Evangelio según san Juan (6,41-51):
«Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan
vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo.».
Un
símbolo es una realidad que habla más que las palabras, por eso los símbolos no
se explican, porque si uno necesita explicar el símbolo, el símbolo deja de ser
tal, o de otra manera utilizamos los símbolos para expresar cosas a las que no
llegan las palabras, por eso la clave fundamental de lo simbólico es que se expresa
por sí mismo (vaya rollo que está soltando el cura). El evangelio de hoy es
tremendamente simbólico porque Jesús explica quién es Él, no con palabras sino
con un símbolo y nos dice “Yo soy el pan
que da la vida”. Esa imagen, ese símbolo, que además expresa lo que venimos
a hacer todos los domingos aquí en la eucaristía, debería bastar por sí mismo,
porque lo simbólico es tan potente, tan sugerente, tan evocador que nos
transporta a un mundo nuevo de significado. ¿Qué quiere decir Jesús con “Yo soy el pan que da la vida”?, está
expresando cómo entiende Él su propia existencia, su misión aquí en el mundo.