LOS NEGRALES, Madrid. España.
El deseo de vivir la espiritualidad desde la exclusión nos convocó a 82 personas en las II Jornadas organizadas por el Área de Acción Social de la IT de España, celebradas en los Negrales durante los días 24, 25 y 26 enero de 2014.
Queríamos, desde nuestras experiencias diarias de vida y trabajo, ayudarnos a “oír los gritos y gemidos” de los que sufren por causa de la injusticia, y esa fue nuestra súplica compartida en la oración del primer día.
Pepa Torres (teóloga y activista social) nos ofreció una reflexión, desde su propia vivencia, una llamada a salir de todo individualismo para pasar al modo de estar de Jesús, desde la espiritualidad que integra y unifica. “Entrar en el mundo de los excluidos es considerarlos como sujetos no como objetos de nuestra acción, es entrar en reciprocidad”. En los excluidos –dijo- está la presencia de Dios; un excluido es víctima, pero también puede ser sabiduría de cambio humano. La espiritualidad desde la exclusión es éxodo, desinstalación, desplazamiento no sólo geográfico, sino cultural, afectivo, ideológico, de la sensibilidad. Es desplazamiento teológico, mental y del corazón. Buscar el rostro de Cristo en la desnudez.
Nos dio muchas pistas para seguir trabajando, animándonos a saltar fronteras, a preocuparnos por lo público a gestar lo pro-común sin miedo a quedar “salpicados”.
Construimos entre todos el mapa de presencias, y desde los distintos campos de misión en los que estamos (inmigración, prisiones, proyectos sociales, mujeres, movimientos sociales, infancia, jóvenes…) compartimos experiencias, retos y búsquedas. Esto nos ha permitido organizarnos en grupos de trabajo para acompañarnos y profundizar a través del estudio y la documentación sobre los diferentes temas.
También tuvimos un espacio para escuchar palabras de P.Poveda que nos invitan a “amar la justicia tanto como la vida”. Tusta Aguilar nos ayudó a hacer un recorrido por los diferentes textos en que se expresa con gran fuerza sobre la justicia. Una llamadaa desvelar hoy (no sólo con palabras sino con obras) que Dios sigue oyendo el clamor de su pueblo, especialmente de todos aquellos a quienes se les están negando los derechos que su dignidad humana reclama.