jueves, 20 de febrero de 2014

EL MEJOR MOMENTO ES ESTE, PORQUE ESTE ES NUESTRO TIEMPO

LOS NEGRALES, Madrid, España. 

El 25 y 26 de enero de 2014 ha tenido lugar el encuentro para las personas que acaban de jubilarse o próximas a esa etapa. Han asistido 51 personas. Se han repasado desde las características físicas, psicológicas y espirituales, hasta la responsabilidad de colaborar para hacer un mundo más humano. La vivencia de sentido y del carisma institucional fueron otros puntos fuertes. Una película sobre el tema, y con tres experiencias contadas terminó la reunión.
El encuentro ha sido facilitado por un equipo integrado por Tere Fernández Canedo, Ángeles Lozano, Carmen María Prieto y María Serrera, acompañadas desde el Consejo de Gobierno por Lola Martín e Inmaculada Pache, aunque esta última no ha podido asistir.

Objetivos
Compartir la experiencia que cada una tiene de esta etapa de la vida.
Participar en la puesta en marcha del Acuerdo 6 de la última asamblea, aportando elementos, sugerencias y orientaciones.
Han asistido 51 personas.
Como el boabad

Necesidad sentida
El encuentro se inició con una respuesta al porqué de esta convocatoria, como una necesidad sentida y en la que se viene trabajando en España en diversos momentos. Tiene fuerza el nombre del encuentro, el mejor momento es este, porque este es nuestro tiempo, don de Dios y en el que Dios nos cita. Las preguntas que nos propone Tere Fernández Canedo dan palabra y color a nuestra actual experiencia: Si pintaras de colores tu vida en este momento de qué color la pintarías y por qué. Las respuestas y las palabras suscitan diversidad de colores, en las que predomina verde, anaranjado, azul, un completo arco iris…y las palabras ponen el acento en el encuentro entre personas de una misma generación que redescubre rostros y presencias.






Como el árbol baobab
Ángeles Lozano y Carmen Mª Prieto hablan de los características físicas y psicológicas que esta etapa presenta y nos ofrecen el símbolo de un árbol africano el baobab que es receptor del tiempo, en él este árbol se transforma y recibe el agua de la lluvia que guarda en su interior y del que viven los pueblos que en la estación seca extraen de su corteza el agua que necesitan para vivir. Este árbol es el símbolo de la acogida y del paso del tiempo.

Carmen Mª Prieto expone que esta experiencia tiene que ver con tres valores fundamentales: la sabiduría, la serenidad y la esperanza que abre al futuro y a la que relaciona con la transformación y la generosidad de darse y aquí toma las palabras de Pablo Neruda en su Crepusculario: Dulces hay que ser y darse a todos/ para vivir no hay otro modo/ de ser dulces. Darse a las gentes/ como a la tierra las vertientes./ Y no temer. Y no pensar./ Dar para volver a dar./ Que quien no se da no se termina/ porque hay en él pulpa divina./ Como se dan sin terminarse, hermano mío,/ al mar las aguas de los ríos.

Junto a las palabras del poeta, las de Pablo, 2ª Corintios, 12, 9-12 o Efesios 1, 18 y las de Pedro Poveda: Esto mismo hemos de procurar, crecer en sabiduría al mismo tiempo que crecer en edad
(1918, nº 100), o las palabras de 1935: Queremos que Él inspire toda nuestra ciencia. Queremos que la ciencia nos sirva para ser apóstoles. (nº 353). Esta manera de ser, de hacer, de vivir se hace desde un centro unificador, el Señor. Desde la raíz de nuestra entrega: Yo debo entregarme totalmente a esta obra; yo debo poner a contribución todas mis fuerzas para rendir lo más posible a favor de las almas a quienes voy a evangelizar… (1928, nº 254).

Después de esta introducción, Ángeles y Carmen Mª presentan la dimensión psicofísica y espiritual de esta etapa, de lo que supone el envejecimiento desde la etapa de plenitud que, según algunos autores, es la edad de veinte años y aquí comienza la decadencia y hacen hincapié en presentar a cada persona como agente de su propio envejecimiento en el que son moduladores las enfermedades y el tipo de vida que se lleve.

Rosas en diciembre

La tarde nos presenta dos reflexiones, la primera, Rosas en diciembre, a cargo de Tere Fernández Canedo y la segunda, algunos datos de contexto, a cargo de María Serrera.

Con el sugerente título de Rosas en diciembre, Tere Fernández Canedo expone reflexiones sobre la jubilación y lo hace a partir de diversas imágenes. Una, el texto de Juan: Como Jesús sabía (…) que había salido de Dios y a Dios volvía (…) se levantó de la mesa (…) se quitó el manto, tomó una toalla (…) echó agua en una jofaina y empezó a lavarles los pies a los discípulos (Jn 13, 3), donde narra el gesto de Jesús de lavar los pies a los discípulos y otra, el texto de un autor escocés, Mattew Barrie, que explica cómo Dios nos dio memoria para poder tener rosas en diciembre. Es en esta etapa donde empieza la era del recuerdo y hemos de abrirnos al Espíritu que, como nos dijo Jesús, nos recordará… todas las cosas: en la jubilación hay que cultivar y cuidar todas “las rosas acumuladas en nuestra vida, todo lo bueno que nos atravesó y atravesamos en nuestro caminar”. El Papa Francisco dice que el cristiano es en sí mismo “memorioso” y cita un texto de Aristóteles, recogido en “La ladrona de libros”, sobre el papel de la memoria, a la que describe como el escribano del alma.

A partir de aquí, explica el concepto ¿Qué es vivir la vida jubilada y cómo dar sentido a este momento de nuestra vida? ¿Cómo vivirla sin perder la propia identidad? ¿Cómo hacerlo desde nuestro compromiso? ¿Cómo responder a nuestra identidad: ¿Quién soy? ¿Con quién? ¿Qué hacer? ¿Qué significa todo esto? ¿Qué sentido tiene? ¿Cómo entrar, cómo prepararnos a esta experiencia? Conlleva discernimiento y habla de los diversos gestos de Jesús en el lavatorio de los pies: levantarse de la mesa, quitarse el manto, ceñirse la toalla, llenar la jofaina con agua, ver cuáles son los pies que estoy llamada a lavar…

Asumir que algo termina y algo nuevo también empieza, para ello se requiere disponibilidad, para reconocer humildemente y ofrecer los propios dones, tener una sana autonomía, una carga intensa de ilusión. Es el momento de entrar en una nueva habitación y comenta el texto de Pablo D´Ors: Dios cambia según la habitación en que se le busque (…) Pero Dios, el que yo conozco, no es habitación sino intemperie; de ahí que solo lo encontremos en los desplazamientos, de una habitación a otra (DÓrs Pablo El olvido de sí. Madrid, Ed. Pretextos, 2012).

Se pregunta ¿Cómo leo yo el evangelio desde esa habitación llamada jubilación? Es tiempo de pérdidas, de separaciones, necesitamos llenarnos de un agua nueva, es momento de tareas nuevas y de continuar dando fruto y, de nuevo Tagore nos abre el horizonte: “Creí que mi viaje tocaba a su fin, que todo mi poder estaba ya gastado, que ya había consumido todas mis energías y era el momento de guarecerme en el silencio y la oscuridad. Pero me di cuenta que la obra de mi Creador no acababa nunca en mi. Y cuando ya pensaba que no tenía nada nuevo que decir ni que hacer, nuevas melodías estallaron en mi corazón. Y donde los senderos antiguos se borraban, aparecía otra tierra maravillosa”.

En esta etapa podemos: aceptar la responsabilidad de colaborar a que nuestro mundo sea más humano, tender puentes, transmitir mayor libertad y serenidad, ser testigos de los valores importantes en nuestra vida, cuidar “cuidándonos”, compartir el capital post-profesional, colaborar con otras asociaciones, realizar las mismas tareas, vestidas de gratuidad, seguir dando fruto… Efectivamente las rosas nacieron en este enero de 2014.

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