jueves, 18 de diciembre de 2014

RECITAL POÉTICO MUSICAL

Comenzó el recital con un el poema de Teresa de Jesús 
Alma buscarte has en Mí
y a Mí buscarme has en ti

Mª José Sierra Calle y Antonio Praena
Belén, 2015
Hagamos del dolor nuestra esperanza,
de este asombro que agrieta nuestros ojos helados
una brecha de luz que nos alumbre
las cosas que son buenas y están vivas.

Hagamos con la lágrima profunda
que brota en la pupila despreciada
un río como plata entre la nieve,
un río que fecunde el suelo muerto.
y alegre nuestros campos.
y lave nuestra ropa,
y acoja en el frescor de sus orillas
el próximo verano a nuestros hijos.

Digamos la razón de la vigilia
de los pobres pastores desahuciados,
los porqués que nos alzan
los ojos hacia el rastro de otra estrlla.
Andemos los senderos de los sabios
que cambian por amor toda su ciencia.
Terceto de cuerda

Hagamos de diciembre un tiempo nuevo,
del establo una casa
de amor que albergue amor de amor hambriento.
De la espada de Herodes un arado,
del exilio en Egipto esa costumbre
de alzar siempre un hogar en las afueras.

Volvamos nuestros ojos a la infancia
que nos haga inocentes pese a todo.
Miremos la belleza de lo débil,
pues es esa belleza la que salva.

Nazcamos, finalmente en un pesebre
donde el trigo ya es pan.
donde la paja flor,
donde el llanto esperanza.     
 Antonio Praena


PARA CUANDO MI MEMORIA NO ME ALCANCE LA VOZ

Mª José Sierra Calle

Queda escrito este sueño
completo de insomnios, derivas,
vanidades y recuerdos
para cuando mi memoria no me alcance la voz,
para cuando el olvido se presente de improviso,
a gritos, junto al silencio,
esbozando ráfagas de injusticia y soledad.

Pongámonos en lo peor, por qué esforzarnos.
De todas formas hoy no puede traerme
en los bolsillos el sabor de sal de su boca;
y los niños, mañana en la escuela
van a seguir jugando a la rueda,
y al dormir, soñarán con castillos en el aire,
como yo hago cuando tan solo me rozas.

Ayer, las gaviotas
sobrevolaron más tarde mi tejado.
Iban y volvían una y ptra vez,
rescatando para mí, como cada atardecer,
gotas de espuma de una mar
a punto de sucumbir al llanto de la noche.
Hasta que por fin, la luna salió
de entre las charcas de estrellas
para decirme en un susurro adiós,
no tardes, aunque no vuelvas.
Mª J. Sierra Calle




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