viernes, 5 de enero de 2018

MISTERIO DE FE ...

De Belén a Bangassou

por Blogger
guerrilla-diocesis-bangassou-victimas-personales_tinima20130314_0248_5DE BELÉN A BANGASSOJUAN JOSÉ AGUIRRE, obispo de Bangassou, contacto@fundacionbangassou.com
BANGASSOU (REPÚBLICA DE CENTROÁFRICA).
ECLESALIA, 05/01/18.- Feliz Navidad a todos los que, de alguna manera, tienen relación con la Fundación Bangassou. ¡Feliz Año nuevo 2018 para todos!
Sin ánimo de ofender o de desanimar, en estas líneas quiero hacer una símil entre Belén y Bangassou. En Belén no había paz cuando llegó Navidad. Por mucho que digan nuestros bellísimos villancicos, las huestes del Imperio romano tenían bien encadenada la región, dictaban leyes inmorales, agredían a quienes querían, robaban y mataban en la más completa impunidad. Pero no obstante todo, Dios eligió esa pequeña ciudad de Palestina para que naciera su Hijo. El Alpha y Omega, el centro del cosmos y de la historia nació en una Palestina ocupada.  María y José y el niño en la cuna, eterno misterio y don  sin igual de la Encarnación.


Igual que Belén, Bangassou vive hoy  pisoteada por los rebeldes de la LRA y por los Selekas venidos del Chad y del Sudán. Casi toda la diócesis está también ocupada. Al igual que aquellos romanos, éstos agreden, matan, queman poblados enteros y se ufanan de ello, en la más completa impunidad. Además, la mitad de la diócesis está maniatada por los antibalakas, jóvenes locos y chapuceros que dicen luchar contra el yugo Seleka y, por extensión contra todos los musulmanes de toda la diócesis, que son decenas de miles. Bangassou es una ciudad en zona de alto riesgo. El Rey Herodes se postraba delante del Emperador romano. De igual manera, nuestro Presidente parece postrarse delante de poderes económicos que a golpe de talonario y violencia gratuita quieren conquistar África.
No obstante todo, Jesús nacerá en Bangassou, un mar de fieles a las 4 de la tarde del 24 de diciembre entrará en la Catedral, olor de pólvora en la nariz y la vista puesta en el gran portal de Belén que ocupará una parte del altar. Allí estará el misterio en un establo de paja y barro, María y José solos, rodeados de estrellas. El nuevo Obispo Auxiliar de Bangassou y yo mismo adoraremos el misterio.
Belén rebullía de soldados armados de espadas y lanzas y también en medio de ellos nació Jesús. Bangassou, sin embargo, es una ciudad roja de polvo, ocupada hoy por antibalakas rebeldes armados de kalasnikoff y machetes. María y Jesús estaban solos, porque no había sitio para ellos en la posada. Nosotros seremos multitud y celebraremos la Navidad enfrente de 1400 musulmanes, 600 familias, expulsados de sus casas y comercios en el mismo Bangassou, que viven en nuestro seminario de San Luis entre miedo y rebeldía, mirando de protegerse siempre de los antibalakas homicidas. También para ellos vendrá la Navidad. Navidad en tiempos de ocupación y de exilio. Bastantes de entre ellos (más bien ellas), vendrán a la misa discretamente. Muchas mujeres que habían sido cristianas antes de ser concubinas de un musulmán.
La Sagrada Familia tuvo que huir de los mercenarios romanos al igual que decenas de miles de la pobre gente de mi pueblo de la diócesis de Bangassou ha tenido que huir, la casa quemada y las manos vacías a causa de la violencia ciega de los desalmados, se llamen como se llamen. Huir de prisa, huir sin nada, el aliento enfermo y la certeza de haber perdido todo cuanto tenían en este mundo. Intento meterme en la horma de esos zapatos, y aprieta mucho. Solo la fe les permite andar aún. Inocentes perseguidos, sus verdugos, en la impunidad.
A Belén y sus alrededores llegará también la matanza de los inocentes y esas muertes de niños quedaron también en la impunidad. Aquellos llantos de los que habla el profeta en Rama, eran de madres a quienes soldados romanos habían degollado a sus hijos. Llantos de madres cerca de la gruta de Belén. Parece increíble que Dios haya querido poner su tienda justo allí, en aquella tierra de impunidad y sangre, en esa Palestina aún hoy ocupada y violenta. Jesús bebé en la cuna, Jesús desde entonces ya crucificado por el poder que la ocupaba. Aquí miles de niños mueren o están muriendo a causa de las balas perdidas, el paludismo no curado o la inseguridad alimentaria. Y nadie pagará por ello. Los culpables quedarán impunes, incluso si las madres no dejan de llorar por ello. Un seminarista de Bangassou recibió una bala perdida y tiene un costurón de 15 centímetros en el vientre y el soldado marroquí que disparó la bala culpable vive entre nosotros en la más completa impunidad. La impunidad de Belén es la misma que la de Bangassou. Cuando miréis el Belén, con sus luces chispeantes, el misterio silencioso y los pastores llegando y cantando, sabed que en esta tierra también cantaremos  el Gloria in excelsis Deo, con ritmo africano, pero con la misma fe. Porque fue la fe la que hizo que la Sagrada Familia fuera fuerte como una columna de bronce. Y es la fe, la de la población cristiana de Bangassou la que rebulle en nuestro corazón diciendo “saldremos de esta”. Durante toda su vida Jesús vivió y murió en territorio ocupado. También nosotros saldremos, con aldabonazos, pero saldremos. ¡Feliz Navidad! (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

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