El
tiempo presente era para San Pedro Poveda una conexión con la sensibilidad,
necesidades y oportunidades de su tiempo. Percibió que las mujeres emergían
como sujeto activo de la sociedad y presintió, lo que hoy conocemos como el
protagonismo de los laicos en la labor
de la Iglesia. Percibió también que la
educación era el gran frente de una renovación social.
“Tener la mente y el corazón en el momento presente” para Poveda, supone abrirse al otro o a los otros diferentes y conocer sus historias, intereses, búsquedas y luchas.
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