En la noche del 27 de julio de 1936, es detenido
Pedro Poveda en su casa de Madrid. Muere como sacerdote mártir de Jesucristo en
la mañana del día 28. Como en la noche de Pascua, la Vida triunfó
definitivamente sobre la muerte de Pedro Poveda, y su luz pascual brilla desde
entonces como un poderoso faro en el camino de la Institución Teresiana. Cada
28 de julio, la Iglesia católica celebra a San Pedro Poveda. Fue canonizado el
4 de mayo de 2003 por el papa Juan Pablo II.
Nuestra memoria
agradecida se teje con una acción de gracias continua, y queremos que nos ayude
a releer el sentido del don de su vida.
Recientemente he leído
un librito de Simone Weil titulado: Las necesidades del alma
y me llevó a pensar en los escritos y testimonio de San Pedro Poveda.
Como necesidad
del alma, en tiempos de dificultad, violencia y guerras, Poveda
nos invita a cultivar la paz y la mansedumbre : Ahora es el tiempo…el
tiempo de orar más y de hablar menos…de actuar…de practicar la mansedumbre. Con dulzura se educa, con dulzura se enseña, con dulzura se invita a la virtud(…) con dulzura gobierna bien, con dulzura se hace todo lo bueno.
Pero este don de
la dulzura y la reconciliación, los llevamos en vasijas sin valor. Se trata de dones
del Espíritu, como dice San Pablo, pero también es una herencia recibida, fruto
del testimonio vivido a la largo de la vida de Pedro Poveda.
En tiempos de desconfianza
y duda, propone vivir desde el amor: Habéis de profesar la misma fe
que todos lo que se llaman cristianos, pero a la manera como la profesan las
almas enamoradas de Cristo.
No la fe del
prepotente, del avasallador, del autoritario…. Es la fe del enamorado, del que
ha encontrado el amor y se deja conducir por el amor. Porque más fuerte que la
muerte es el amor. Y esta es la fortaleza de la fe: la que nace de sentirse
amado y la que genera el apasionado amor. Fe de "alma enamorada"
que engendra y comunica amor”.
En tiempos de
desencuentro y enemistad, nos invita al diálogo, desde el contexto en
que cada uno está llamado a servir: Junto a la fe pongo yo la ciencia. …Tú, ¿sabes
lo que puedes y de lo que eres capaz? Si tuvieras el acierto de saber explotar tus
propias energías, habrías encontrado un tesoro» (Para los jóvenes, 1908).
Sabemos bien que
esta tensión se traduce en la búsqueda de un equilibrio que necesita ser
revisado siempre: atención a lo interior y responsabilidad social en la
realidad circundante, acción y reflexión.
Son valores vitales, que dan fuerza y sentido para construir una sociedad abierta, inclusiva y amable.
Carmen Serrano