Escuchar las señales que envían las víctimas
Hace unas semanas salió a la luz el libro " La
familia grande" de la jurista francesa Camille Kouchner hija de un
exministro socialista y cofundador de Médicos Sin Fronteras y de una reconocida
politóloga. Su hermano gemelo fue víctima desde los 13 años de abusos sexuales
por parte de su padrastro, un personaje de la escena política, intelectual y mediática francesa.
El libro me ha interesado por la temática (colaboro con organizaciones
en defensa de los derechos de los menores de edad), por el entorno y el tiempo
en el que se produce(finales de los años 80, viví en
Francia en esa época y conozco el contexto), por el impacto social y político
actual que ha provocado su aparición en el país vecino.
Han pasado más de 20 años, y solamente ahora puede
hablar, mostrando la dificultad que se tiene para romper y salir del silencio impuesto por el abusador. La
narración busca exorcizar ese trauma familiar que ha pesado sobre ellos todo
este tiempo.
Víctor (es un nombre ficticio para preservar su identidad) a la edad de 13 y años sucesivos es abusado reiteradamente por su padrastro. Actos realizados por un adulto con una posición social reconocida, con autoridad e influencia, un "todopoderoso intocable"
(abuso de poder). El abusador se gana la estima del niño con juegos seductores y situaciones de privilegio como viajes, deportes y vacaciones en lugares exclusivos, expresiones de cariño, le llamaban el "adorado padrastro" (abuso de confianza). El padrastro abusa de una situación de vulnerabilidad de Víctor, que experimenta sentimientos de impotencia, desamparo y desesperanza. Víctor explica lo que está viviendo a su madre y su madre lo niega por defender y proteger a su marido. Entonces pide ayuda a su hermana Camille, que será la persona de confianza para él, para poder decir NO a su padrastro.
El impacto social y político del caso ha llevado a
la Fiscalía de París a abrir una investigación por “violación y agresión sexual
contra un menor de 15 años”. En Francia
la prescripción de los delitos sexuales se amplía a los 30 años a partir de la
mayoría de edad de las víctimas. Víctor tiene ahora 45 años. El padrastro de 70
años ha dimitido de todos sus cargos, de alto funcionario y mediáticos.
Twitter se ha llenado de cientos de testimonios. Todos describen el mismo
trauma: haber sido abusados sexualmente de niño/a, por un adulto en su ámbito
familiar. Se ha creado el movimiento “Metooinceste”, tres años después del
movimiento "Metoo", confirmando una vez más, que las señales que
envían las víctimas no se escuchan.
Este relato como
otros muchos, muestra que el abuso sexual de niños y menores; es una plaga
que afecta todos los países del mundo, prescindiendo de su nivel de desarrollo
y de su sistema político, social o económico; es un fenómeno difundido en su
mayoría en los entornos de confianza y perpetrado por personas en las que
confía la víctima o personas que ejercen
influencia o autoridad sobre la misma, lo cual agrava su incapacidad
para defenderse; tiene naturaleza disimulada y cobra formas varias, limitando
de esta manera la disponibilidad de datos estadísticos, porque no se denuncian.
Es un delito que debe ser denunciado y penado.
Carmen Serrano