martes, 9 de febrero de 2021


           Escuchar las señales que envían las víctimas

Hace unas semanas salió a la luz el libro " La familia grande" de la jurista francesa Camille Kouchner hija de un exministro socialista y cofundador de Médicos Sin Fronteras y de una reconocida politóloga. Su hermano gemelo fue víctima desde los 13 años de abusos sexuales por parte de su padrastro, un personaje de la escena política, intelectual y mediática francesa.

El libro me ha interesado  por la temática (colaboro con organizaciones en defensa de los derechos de los menores de edad), por el entorno y el tiempo en el que se produce(finales de los años 80, viví en Francia en esa época y conozco el contexto), por el impacto social y político actual que ha provocado su aparición en el país vecino.

Han pasado más de 20 años, y solamente ahora puede hablar, mostrando la dificultad que se tiene para romper y salir del silencio impuesto por el abusador. La narración busca exorcizar ese trauma familiar que ha pesado sobre ellos todo este tiempo.

Víctor (es un nombre ficticio para preservar su identidad) a la edad de 13 y años sucesivos es abusado reiteradamente por su padrastro. Actos realizados por un adulto con una posición social reconocida, con autoridad e influencia, un "todopoderoso intocable"
(abuso de poder). El abusador se gana la estima del niño con juegos seductores y situaciones de privilegio como viajes, deportes y vacaciones en lugares exclusivos, expresiones de cariño, le llamaban el "adorado padrastro" (abuso de confianza). El padrastro abusa de una situación de vulnerabilidad de Víctor, que experimenta sentimientos de impotencia, desamparo y desesperanza. Víctor explica lo que está viviendo a su madre y su madre lo niega por defender y proteger a su marido.  Entonces pide ayuda a su hermana Camille, que será la persona de confianza para él, para poder decir NO a su padrastro.


El impacto social y político del caso ha llevado a la Fiscalía de París a abrir una investigación por “violación y agresión sexual contra un menor de 15 años”.  En Francia la prescripción de los delitos sexuales se amplía a los 30 años a partir de la mayoría de edad de las víctimas. Víctor tiene ahora 45 años. El padrastro de 70 años ha dimitido de todos sus cargos, de alto funcionario y mediáticos.

Twitter se ha llenado de cientos de testimonios. Todos describen el mismo trauma: haber sido abusados sexualmente de niño/a, por un adulto en su ámbito familiar. Se ha creado el movimiento “Metooinceste”, tres años después del movimiento "Metoo", confirmando una vez más, que las señales que envían las víctimas no se escuchan.  

Este relato como  otros muchos, muestra que el abuso sexual de niños y menores; es una plaga que afecta todos los países del mundo, prescindiendo de su nivel de desarrollo y de su sistema político, social o económico; es un fenómeno difundido en su mayoría en los entornos de confianza y perpetrado por personas en las que confía la víctima o personas que ejercen  influencia o autoridad sobre la misma, lo cual agrava su incapacidad para defenderse; tiene naturaleza disimulada y cobra formas varias, limitando de esta manera la disponibilidad de datos estadísticos, porque no se denuncian. Es un delito que debe ser denunciado y penado.

    Carmen Serrano 

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