viernes, 25 de julio de 2014

LEYENDO A SANTA TERESA


 MAESTRO DE VIDA



Una relación tan personal con Jesús no encierra a Teresa en ninguna “nube espiritual”, al contrario, le abre los horizontes de una entrega fecunda a los demás.
Ya desde el principio la inquietud de hacer “lo poco que ella puede” por la Iglesia y por el mundo ha sido la piedra fundacional de su reforma. Más tarde, mejor informada de los males de su tiempo, Teresa sale valiente y decidida a poner por obra, no lo que son sus buenas intenciones y propósitos, sino lo que le está urgiendo y pidiendo su maestro interior, su maestro de vida para la vida. 
Sus fundaciones son piedras con las que va señalando un sendero. Para orar y enseñar a orar. Para abrirse al mundo y permitir en él una ruta, pequeña, pero cierta, de camino hacia Dios.

Como la mujer de Samaria que dejó su cántaro en el pozo y corrió a su pueblo para decir a su gente “venid a ver”, Teresa urgida por la necesidad de comunicar donde se encuentra el agua viva, sale por los caminos, para decir a cuantos pueda que este agua es para todos.
Del encuentro con Jesús surgen obras. Grandes o pequeñas, frutos de vida en lo cotidiano, en las relaciones, en los proyectos, hasta en las ideas, porque El es “el sugeridor” de todas ellas.

Elegimos un capítulo de  su aprendizaje en el fragor de la vida, a través de sus correrías, de sus andanzas, de sus fundaciones. Descubrimos el amor que las inspira y las realiza, el porqué de su actividad, porque  “el amor tengo por imposible contentarse de estar en un ser adonde le hay”, dirá Teresa en las 7as moradas (4,9).  Es el secreto. “Andariega” si, porque enamorada.

Es el capítulo 5º de las Fundaciones: “Es muy provechoso para los que andan en cosas activas”, asegura Teresa.

¡Capítulo 5 de las Fundaciones!, escrito para todas las personas que quieren vivir “una vida plenamente humana, siendo al mismo tiempo toda de Dios”
El secreto está en el amor ¿quién no lo entiende? Esa es la verdadera oración. Teresa se atreve a declarar “la sustancia de la perfecta oración” y nos habla de libertad de espíritu, de la verdadera libertad de los que aman, los que no queriendo nada, lo poseen todo ¿Hay alguien que no quiera este mensaje?
Se ha de ver el amor no a los rincones, sino en mitad de las ocasiones.

LEYENDO A SANTA TERESA

MAESTRO DE VIDA II
                                                  Las fundaciones capítulo 5º


Las quintas moradas
4. Pues si esto es verdad, ¿de qué procede el disgusto que por la mayor parte da, cuando no se ha estado mucha parte del día muy apartados y embebidos en Dios, aunque andemos empleados en estotras cosas?  A mi parecer, por dos razones: la una y más principal, por un amor propio que aquí se mezcla, muy delicado; y así no se deja entender que es querernos más contentar a nosotros que a Dios. Porque está claro que, después que una alma comienza a gustar cuán suave es el Señor, que es más gusto estarse descansando el cuerpo sin trabajar y regalada el alma. 

5. ¡Oh caridad de los que verdaderamente aman este Señor y conocen su condición! ¡Qué poco descanso podrán tener si ven que son un poquito de parte para que una alma sola se aproveche y ame más a Dios, o para darle algún consuelo, o para quitarla de algún peligro! ¡Qué mal descansará con este descanso particular suyo! Y cuando no puede con obras, con oración, importunando al Señor por las muchas almas que la lastima de ver que se pierden. Pierde ella su regalo, y lo tiene por bien perdido, porque no se acuerda de su contento, sino en cómo hacer más la voluntad del Señor. Y así es en la obediencia. Sería recia cosa que nos estuviese claramente diciendo Dios que fuésemos a alguna cosa que le importa, y no quisiésemos, sino estarle mirando, porque estamos más a nuestro placer. ¡Donoso adelantamiento en el amor de Dios! Es atarle las manos con parecer que no nos puede aprovechar sino por un camino. 

6. Conozco a algunas personas que de vista (dejado, como he dicho, lo que yo he experimentado), que me han hecho entender esta verdad, cuando yo estaba con pena grande de verme con poco tiempo, y así las había lástima de verlas siempre ocupadas en negocios y cosas muchas les mandaba la obediencia; y pensaba yo en mí, y aun se lo decía, que no era posible entre tanta baraúnda crecer el espíritu, porque entonces no tenían mucho. ¡Oh Señor, cuán diferentes son vuestros caminos de nuestras torpes imaginaciones! ¡Y cómo de un alma que está ya determinada a amaros y dejada en vuestras manos, no queréis otra cosa sino que obedezca y se informe bien de lo que es más servicio vuestro, y eso desee! No ha menester ella buscar los caminos ni escogerlos, que ya su voluntad es vuestra. Vos, Señor mío, tomáis ese cuidado de guiarla por donde más se aproveche. Y aunque el prelado no ande con este cuidado de aprovecharnos el alma, sino de que se hagan los negocios, que le parece conviene a la comunidad, Vos, Dios mío, le tenéis y vais disponiendo el alma y las cosas que se tratan de manera que, sin entender cómo, nos hallamos con espíritu y gran aprovechamiento, que nos deja después espantadas. 

7. Así lo estaba una persona que ha pocos días que hablé, que la obediencia le había traído cerca de quince años tan trabajado en oficios y gobiernos, que en todos éstos no se acordaba de haber tenido un día para sí, aunque él procuraba lo mejor que podía algunos ratos al día de oración y de traer limpia conciencia. Es un alma de las más inclinadas a obediencia que yo he visto, y así la pega a cuantas trata. Hale pagado bien el Señor, que, sin saber cómo, se halló con aquella libertad de espíritu tan preciada y deseada que tienen los perfectos, adonde se halla toda la felicidad que en esta vida se puede desear; porque, no queriendo nada, lo poseen todo. Ninguna cosa temen ni desean de la tierra, ni los trabajos las turban, ni los contentos las hacen movimiento. En fin, nadie la puede quitar la paz, porque ésta de sólo Dios depende. Y como a El nadie le puede quitar, sólo temor de perderle puede dar pena, que todo lo demás de este mundo es, en su opinión, como si no fuese, porque ni le hace ni le deshace para su contento. ¡Oh dichosa obediencia y distracción por ella, que tanto pudo alcanzar!

8. No es sola esta persona, que otras he conocido de la misma suerte, que no las había visto algunos años había y hartos; y preguntándoles en qué se habían pasado, era todo en ocupaciones de obediencia y caridad. Por otra parte, veíalos tan medrados en cosas espirituales, que me espantaban. Pues ¡ea, hijas mías!, no haya desconsuelo cuando la obediencia os trajere empleadas en cosas exteriores; entended que si es en la cocina, entre los pucheros anda el Señor ayudándoos en lo interior y exterior. 

9. Acuérdome que me contó un religioso que había determinado y puesto muy por sí que ninguna cosa le mandase el prelado que dijese de no, por trabajo que le diese; y un día estaba hecho pedazos de trabajar, y ya tarde, que no se podía tener, e iba a descansar sentándose un poco, y topóle el prelado y díjole que tomase el azadón y fuese a cavar a la huerta. El calló, aunque bien afligido el natural, que no se podía valer; tomó su azadón, y yendo a entrar por un tránsito que había en la huerta (que yo vi muchos años después que él me lo había contado, que acerté a fundar en aquel lugar una casa), se le apareció nuestro Señor con la cruz a cuestas, tan cansado y fatigado, que le dio bien a entender que no era nada el que él tenía en aquella comparación. 

10. Yo creo que, como el demonio ve que no hay camino que más presto lleve a la suma perfección que el de la obediencia, pone tantos disgustos y dificultades debajo de color de bien. Y esto se note bien y verán claro que digo verdad. En lo que está la suma perfección, claro está que no es en regalos interiores ni en grandes arrobamientos ni visiones ni en espíritu de profecía; sino en estar nuestra voluntad tan conforme con la de Dios, que ninguna cosa entendamos que quiere, que no la queramos con toda nuestra voluntad, y tan alegremente tomemos lo sabroso como lo amargo, entendiendo que lo quiere Su Majestad.


Es su aprendizaje y su enseñanza. En la vida y para la vida. En la acción contemplativa de lo que quiere SU SEÑOR. Es la realidad de su “Juntos andemos”.

viernes, 18 de julio de 2014

LEYENDO A SANTA TERESA


Por dificultades técnicas el orden de los capítulos se ha alterado. Éste es el tercero y último de Jesús compañero

JESÚS COMPAÑERO

                                                      CUENTAS DE CONCIENCIA


Estaba Dios vivo en mi alma
“Estaba una vez recogida con esta compañía que traigo siempre en el alma y pareciome estar Dios de manera en ella, que me acordé de cuando San Pedro dijo: ’Tú eres Cristo, hijo de Dios vivo’; porque así estaba Dios vivo en mi alma.
Esto no es como otras visiones, porque lleve fuerza con la fe, de manera que no se puede dudar que está la Santísima Trinidad por presencia, y por potencia y esencia en nuestras almas. Es cosa de grandísimo provecho entender esta verdad. Y como estaba espantada de ver tanta majestad en cosa tan baja como mi alma, entendí: ‘No es baja, hija, pues está hecha a mi imagen’ ”. (Sevilla, 1575)

Come por Mí y duerme por Mí
“Estando una vez con esta presencia de las tres Personas que traigo en el alma, era con tanta luz que no se puede dudar el estar allí Dios vivo y verdadero, y allí se me daban a entender cosas que yo no las sabré decir después. Entre ellas era cómo había la Persona del Hijo tomado carne humana y no las demás. No sabré, como digo, decir cosa de esto, que pasan algunas tan en secreto del alma, que parece el entendimiento entiende como una persona que, durmiendo o medio dormida, le parece entiende lo que se habla. Yo estaba pensando cuán recio era el vivir que nos privaba de no estar así siempre en aquella admirable compañía, y dije entre mí: Señor, dadme algún medio para que yo pueda llevar esta vida. Díjome: ‘Piensa, hija, cómo después de acabada no me puedes servir en lo que ahora, y come por Mí y duerme por Mí, y todo lo que hicieres sea por Mí, como si no vivieses tú, sino Yo, que esto es lo que decía San Pablo’’” (Sevilla 1575)

Lo que Yo tengo es tuyo
“Habiendo un día hablado a una persona que había mucho dejado por Dios y acordándome cómo nunca yo dejé nada por El, ni en cosa le he servido como estoy obligada, y mirando las muchas mercedes que ha hecho a mi alma, comencéme a fatigar mucho, y díjome el Señor: ‘Ya sabes el desposorio que hay entre ti y Mí, y habiendo esto, lo que Yo tengo es tuyo, y así te doy todos los dolores y trabajos que pasé, y con esto puedes pedir a mi Padre como cosa propia’. Y aunque ya sabía que somos participantes de esto, ahora fue de tan otra manera que pareció había quedado con gran señorío, porque la amistad con que se me hizo esta merced no se puede decir aquí. Parecióme lo admitía el Padre, y desde entonces miro muy de otra suerte lo que padeció el Señor, como cosa propia, y dame gran alivio”. (Sevilla 1575)

El alma está como en un castillo con señorío

“¡Oh, quién pudiera dar a entender bien a vuestra señoría la quietud y sosiego con que se halla mi alma!; porque de que ha de gozar de Dios tiene ya tanta certidumbre, que le parece goza el alma que ya le ha dado la posesión aunque no el gozo; como si uno hubiese dado una gran renta a otro con muy firmes escrituras para que la gozara de aquí a cierto tiempo y llevara los frutos; mas hasta entonces no goza sino de la posesión que ya le han dado de que gozará esta renta. Y con el agradecimiento que le queda, ni la querría gozar, porque le parece no ha merecido, sino servir, aunque sea padeciendo mucho, y aun algunas veces parece que de aquí al fin del mundo sería poco para servir a quien le dio esta posesión. Porque, a la verdad, ya en parte no está sujeta a las miserias del mundo como solía; porque aunque pasa más, no parece sino que es como en la ropa, que el alma está como en un castillo con señorío, y así no pierde la paz, aunque esta seguridad no quita un gran temor de no ofender a Dios y quitar todo lo que le puede impedir a no le servir, antes anda con más cuidado, mas anda tan olvidada de su propio provecho, que le parece ha perdido en parte el ser, según anda olvidada de sí. En esto todo va a la honra de Dios y cómo haga más su voluntad y sea glorificado.
Lo de las visiones imaginarias ha cesado; mas parece que siempre se anda esta visión intelectual de estas tres Personas y de la Humanidad, que es, a mi parecer, cosa muy más subida. Y ahora entiendo, a mi parecer, que eran de Dios las que he tenido, porque disponían el alma para el estado en que ahora está, sino como tan miserable y de poca fortaleza íbala Dios llevando como veía era menester; mas, a mi parecer, son de preciar cuando son de Dios, mucho.
La paz interior y la poca fuerza que tienen contentos ni descontentos por quitarla de manera que dure... Esta presencia tan sin poderse dudar de las tres Personas, que parece claro se experimenta lo que dice San Juan, que haría morada con el alma, esto no sólo por gracia, sino porque quiere dar a sentir esta presencia, y trae tantos bienes, que no se pueden decir, en especial que no es menester andar a buscar consideraciones para conocer que está allí Dios. Esto es casi ordinario, si no es cuando la mucha enfermedad aprieta; que algunas veces parece quiere Dios se padezca sin consuelo interior, mas nunca, ni por primer movimiento, tuerce la voluntad de que se haga en ella la de Dios. Tiene tanta fuerza este rendimiento a ella, que la muerte ni la vida se quiere, si no es por poco tiempo cuando desea ver a Dios; mas luego se le representa con tanta fuerza estar presentes estas tres Personas, que con esto se ha remediado la pena de esta ausencia y queda el deseo de vivir, si El quiere, para servirle más; y si pudiese, ser parte que siquiera un alma le amase más y alabase por mi intercesión, que aunque fuese por poco tiempo, le parece importa más que estar en la gloria” (Palencia, Mayo de 1581) Teresa de Jesús

domingo, 13 de julio de 2014

LEYENDO A SANTA TERESA


JESÚS AMIGO /2
                                                Textos de CAMINO DE PERFECCIÓN
4. Así como dicen ha de hacer la mujer, para ser bien casada, con su marido, que si está triste, se ha de mostrar ella triste y si está alegre, aunque nunca lo esté, alegre, […] esto con verdad, sin fingimiento, hace el Señor con nosotros: que El se hace el sujeto, y quiere seáis vos la señora, y andar El a vuestra voluntad. Si estáis alegre, miradle resucitado; que sólo imaginar cómo salió del sepulcro os alegrará. Mas ¡con qué claridad y con qué hermosura! ¡Con qué majestad, qué victorioso, qué alegre! Como quien tan bien salió de la batalla adonde ha ganado un tan gran reino, que todo le quiere para vos, y a sí con él. Pues ¿es mucho que a quien tanto os da volváis una vez los ojos a mirarle? 
SÓLO OS PIDO QUE LE MIRÉIS

5. Si estáis con trabajos o triste, miradle camino del huerto: ¡qué aflicción tan grande llevaba en su alma, pues con ser el mismo sufrimiento la dice y se queja de ella! O miradle atado a la columna, lleno de dolores, todas sus carnes hechas pedazos por lo mucho que os ama; tanto padecer, perseguido de unos, escupido de otros, negado de sus amigos, desamparado de ellos, sin nadie que vuelva por El, helado de frío, puesto en tanta soledad, que el uno con el otro os podéis consolar. O miradle cargado con la cruz, que aun no le dejaban hartar de huelgo. Miraros ha El con unos ojos tan hermosos y piadosos, llenos de lágrimas, y olvidará sus dolores por consolar los vuestros, sólo porque os vayáis vos con El a consolar y volváis la cabeza a mirarle.

viernes, 4 de julio de 2014

JESÚS COMPAÑERO

                                                         CUENTAS DE CONCIENCIA

Miraros ha Él

La vida que se unifica desde dentro
La amistad ha dado un vuelco. Jesús se ha hecho presente, ha irrumpido en su vida, no sólo como Amigo, sino como Compañero inseparable de una vida infinita. Su rostro, sus palabras, su persona, son la referencia, la certeza interior que ya no le abandonará.

En las CUENTAS DE CONCIENCIA, Teresa deja su alma por los caminos. Son los jirones necesarios para el contraste, la confidencia, la confesión de una vida que se le desborda, que ya no le pertenece:

Ni me parece vivo yo, ni hablo, ni tengo querer, sino que está en mí quien me gobierna y da fuerza.

Lo que cambia todo, lo que realmente hace que la vida sea distinta es la experiencia de sentirse amada. Teresa vive a Jesús como Señor que trae consigo la libertad; como Amor ante cuya fuerza se borran los demás reclamos. Ante la constatación de su presencia, la vida se unifica y brota desde dentro.

El encuentro con Jesús es definitivamente una experiencia pascual, un encuentro con Cristo vivo, que Teresa vive especialmente en el momento de la comunión, momento privilegiado para ella de comunicación y diálogo. Se podría decir que “la historia de sus comuniones es la historia de su vida”, según vive la comunicación de esa presencia que le habita.

Este camino, para ella cierto y seguro, de La Humanidad de Cristo, le lleva a la vivencia de Dios, Trinidad de Personas, en una comunicación que amplia su diálogo
.
Teresa descubre su interior como un espacio en el que lo divino y lo humano se encuentran. Todo cabe, todas las personas, todos los acontecimientos pueden estar presentes en ese diálogo ya nunca interrumpido.

 Es adonde le lleva el que ella ya puede llamar EL SEÑOR, “Su Majestad”.

La  presencia de Dios se ha grabado a fuego en su alma. Ni los propios temores, ni las dudas de sus asesores, ni la costumbre o la teología de su tiempo pueden hacer opaca una realidad que Teresa vive en gratuidad, como un don que se recibe y que no se puede acaparar ni ocultar.

LEYENDO A SANTA TERESA

JESÚS AMIGO

                                                                                                
                                                       CAMINO DE PERFECCIÓN

8. Diréis, hermanas, que cómo se podrá hacer esto, que si le vierais con los ojos del cuerpo en el tiempo que Su Majestad andaba en el mundo, que lo hicierais de buena gana y le mirarais siempre. No lo creáis, que quien ahora no se quiere hacer un poquito de fuerza a recoger siquiera la vista para mirar dentro de sí a este Señor (que lo puede hacer sin peligro, sino con tantito cuidado), muy menos se pusiera al pie de la cruz con la Magdalena, que veía la muerte a ojo.
 Mas ¡qué debía pasar la gloriosa Virgen y esta bendita Santa! ¡Qué de amenazas,qué de malas palabras y qué de encontrones, y qué descomedidas! Pues ¡con qué gente lohabían tan cortesana! Sí, lo era del infierno, que eran ministros del demonio. Por cierto que debía ser terrible cosa lo que pasaron; sino que, con otro dolor mayor, no sentirían el suyo. Así que, hermanas, no creáis erais para tan grandes trabajos, si no sois para cosas tan pocas. Ejercitándoos en ellas, podéis venir otras mayores.