JESÚS COMPAÑERO
CUENTAS DE CONCIENCIA
Miraros ha Él
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La vida que se unifica desde dentro |
La amistad ha dado un
vuelco. Jesús se ha hecho presente, ha irrumpido en su vida, no sólo como
Amigo, sino como Compañero inseparable
de una vida infinita. Su rostro, sus palabras, su persona, son la referencia,
la certeza interior que ya no le abandonará.
En las CUENTAS DE CONCIENCIA, Teresa deja su alma por los caminos. Son los
jirones necesarios para el contraste, la confidencia, la confesión de una vida
que se le desborda, que ya no le pertenece:
Ni
me parece vivo yo, ni hablo, ni tengo querer, sino que está en mí quien me
gobierna y da fuerza.
Lo que cambia todo, lo que
realmente hace que la vida sea distinta es la experiencia de sentirse amada.
Teresa vive a Jesús como Señor que
trae consigo la libertad; como Amor
ante cuya fuerza se borran los demás reclamos. Ante la constatación de su
presencia, la vida se unifica y brota desde dentro.
El encuentro con Jesús es definitivamente
una experiencia pascual, un encuentro con Cristo vivo, que Teresa vive
especialmente en el momento de la comunión, momento privilegiado para ella de
comunicación y diálogo. Se podría decir que “la historia de sus comuniones es
la historia de su vida”, según vive la comunicación de esa presencia que le
habita.
Este camino, para ella cierto y seguro, de La Humanidad de Cristo, le
lleva a la vivencia de Dios, Trinidad de Personas, en una
comunicación que amplia su diálogo
.
Teresa descubre su interior como un espacio
en el que lo divino y lo humano se encuentran. Todo cabe, todas las personas,
todos los acontecimientos pueden estar presentes en ese diálogo ya nunca
interrumpido.
Es
adonde le lleva el que ella ya puede llamar EL SEÑOR, “Su Majestad”.
La
presencia de Dios se ha grabado a fuego en su alma. Ni los propios
temores, ni las dudas de sus asesores, ni la costumbre o la teología de su
tiempo pueden hacer opaca una realidad que Teresa vive en gratuidad, como un
don que se recibe y que no se puede acaparar ni ocultar.
Hállole amigo verdadero, y hállome con esto
con un señorío…
…” No tornando atrás de las mercedes que
Dios me ha hecho, me parece he recibido de nuevo, a lo que entiendo, mucha mayor
libertad. Hasta ahora parecíame había menester a otros y tenía más confianza en
ayudas del mundo; ahora entiendo claro ser todos unos palillos de romero seco,
y que asiéndose a ellos no hay seguridad, que en habiendo algún peso de
contradicciones o murmuraciones se quiebran. Y así tengo experiencia que
el verdadero remedio para no caer es
asirnos a la cruz y confiar en el que en ella se puso. Hállole amigo verdadero,
y hállome con esto con un señorío
que me parece podría resistir a todo el mundo que fuese contra mí, con no me
faltar Dios
Viénenme días que me
acuerdo infinitas veces de lo que dice san Pablo, aunque a buen seguro que no
sea así en mí, que ni me parece vivo yo, ni hablo, ni tengo querer, sino que está
en mí quien me gobierna y da fuerza, y ando como casi fuera de mí, y así me es
grandísima pena la vida. Y la mayor cosa que yo ofrezco a Dios por tan gran
servicio, es cómo siéndome tan penoso estar apartada de Él, por su amor quiero
vivir.” (Ávila, Marzo 1563)
Se
sentó cabe mí
“Después de comulgar, me parece
clarísimamente se sentó cabe mí nuestro Señor y comenzóme a consolar con
grandes regalos, y díjome entre otras cosas: ‘Vesme aquí, hija, que yo soy; muestra tus manos’. Y parecíame me
las tomaba y llegaba a su costado, y dijo:
‘Mira mis llagas. No estás sin Mí. Pasa la brevedad de la vida’. En algunas
cosas que me dijo, entendí que después que subió a los cielos, nunca bajó a la
tierra –sino es en el Santísimo Sacramento- a comunicarse con nadie. Díjome que
en resucitando había visto a nuestra Señora, porque estaba ya con gran
necesidad, que la pena la tenía tan absorta y traspasada, que aún no tornaba
luego en sí para gozar de aquel gozo […]; y que había estado mucho con ella;
porque había sido menester hasta consolarla” (Salamanca, 15-16 de abril de
1571)
Así me parecía mi alma que se henchía de
aquella divinidad
“Esta presencia de las tres Personas que
dije al principio, he traído hasta hoy -que es día de la Conmemoración de San
Pablo- presentes en mi alma muy ordinario, y como yo estaba mostrada a traer
sólo a Jesucristo siempre, parece me hacía algún impedimento ver tres Personas,
aunque entiendo es un solo Dios, y díjome hoy el Señor, pensando yo en esto:
que erraba en imaginar las cosas del alma con la representación que las del
cuerpo, que entendiese que eran muy diferentes y que era capaz el alma para
gozar mucho.
Pareciome
se me representó como cuando en una esponja se incorpora y se embebe el agua; así
me parecía mi alma que se henchía de aquella divinidad y por cierta manera
gozaba en sí y tenía las Tres Personas. También entendí: ‘No trabajes tú de tenerme a Mí encerrado en ti, sino de encerrarte tú
en Mí’.
Parecíame
que dentro de mi alma, que estaban y veía yo estas tres Personas, se
comunicaban a todo lo criado, no haciendo falta ni faltando de estar conmigo”
(Medina
del Campo, 30 de junio 1571)
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