jueves, 4 de diciembre de 2014

NOTAS SOBRE LA CONFERENCIA DE STA. TERESA ESCRITORA

FUE VERDADERAMENTE UN DELEITE ESCUCHAR AL PROFESOR  SÁNCHEZ TRIGUEROS DISERTAR SOBRE TERESA ESCRITORA


Parte el conferenciante de su intención de analizar la obra de la Santa desde el punto de vista “material” es decir no entrando en el tema espiritual o místico. En su introducción nos recuerda como en 1891 Menéndez Pidal no se atrevió a analizar la escritura de San Juan de la Cruz desde ese  punto de vista porque dice la parecía un sacrilegio.
Los carmelitas animaban a estudiar las obras de sus santos/escritores no sólo desde la espiritualidad. El mismo S. Juan de la cruz invita a ver su obra también desde la materialidad de la lengua e inspiración. Dice el santo de sus palabras: “algunas me las daba Dios otras las buscaba yo” es la conciencia de su propio trabajo.
En 1942 centenario de su nacimiento los estudiosos de su obra vencieron la reticencia del estudio material de su escritura, considerada divina, como un fenómeno literario. 
Abrió el fuego crítico  Dámaso Alonso. Y Emilio Orozco pone de relieve la oralidad de una poesía para ser cantada. La valiosa aportación de Orozco fue situarla dentro de la tradición carmelitana: poesía cantada para ayudar a la transmisión y a la participación colectiva, y desde los bellos sonidos ir a la divinidad…
Se podrían añadir otras composiciones de carmelitas que llenan la poesía de sentido divino y que vienen a ser un instrumento espiritual de la Contrarreforma.
Pasando a Santa Teresa se pregunta ¿cómo entender valores en su escritura?


En Teresa se da el encuentro de dos trascendencias: una le viene por su fe, la otra se convierte en un arte de la trascendencia que quiere hacer llegar a otros… en ella no hay quietismo, ni egoísmo… sino acción positiva en su escritura de dar a conocer lo que es la vida espiritual… estando en esos ímpetus, compuso canciones a lo divino, inspirada en los villancicos del cancionero para declarar su estado y 
todo un lenguaje más adecuado para declarar su sentir. 
Con el canto lleva la máxima tensión expresiva que no tiene el simple recitado. Cuenta la anécdota que una noche salió la santa cantando de su celda y todo el convento se puso a cantar con ella. La plenitud de esos poemas es el canto. San Juan de la Cruz hace en cambio una métrica más culta.
Pasamos al comentario de la prosa: en primer lugar resalta el hecho de que es una mujer leída y culta…tiene conocimiento de la literatura que se dedicaba a contar.
En segundo lugar la retórica, el ornato; para ella lo primero es servirse de la escritura para entrar en su interioridad. Ella “se oye”, es una fidelidad oyente, "habrá de ir como saliere, sin concierto"… declara que no sabe lo que va a decir… y lo quiere hacer para que lo entiendan. Dice “gusto más de las maneras de expresarse de un pastorcillo que de las altas teologías2…su escritura es una autorrevelación… es un estilo derramado.
Cuando empieza a escribir tiene ya 40 años, no consulta libros, si hace alguna alusión lo hace de memoria,… sus desviaciones léxicas no son equivocaciones, sino que son liberación de los tópicos… no quiere textos “concertados” y no quiere aparecer como escritora… Con esas características nos ofrece una imagen de escritora que adopta el habla rústica, coloquial que ella llama “ermitaño”
Estilo sin pretensión  y lo propone a sus hermanas porque así se igualan todas y no se distinguen las cultas de las incultas, también así evita lenguajes afectados en los contactos con los demás.
Una vez aceptado el mandato de escribir toma decisiones personales y gobierna su lengua y su estrategia: confesión de su experiencia íntima y de dar lo que ha vivido a sus hermanas. Supone un gran esfuerzo. Es una intimidad autobiográfica y modelo a seguir.
En la introducción de Fray Luis de León a la edición de las obras de Teresa dice:
“En la alteza de las cosas que trata y en la delicadeza y claridad con que las trata, excede a muchos ingenios; y en la forma del decir y en la pureza y facilidad del estilo y en la gracia y buena compostura de las palabras y en una elegancia desafectada fue deleita en extremo, dudo yo que haya en nuestra lengua escritura que con sus libros se iguale”
Se ve la voluntad de ser ella misma en sí, rechaza todo lo mundano, también en la escritura, que para ella era una forma de conocimiento propio y de comunicación
Indagando en el origen de esas características tenemos que considerar su actividad epistolar, tan activa; es el banco de prueba de su escritura ya que en esos cientos de cartas había rechazado las normas de la época y hasta se burla de ello.

Es imposible recoger todo el contenido de la exposición y aún menos el regalo que nos hizo el conferenciante, empezando y clausurando su discurso, con el canto de algunas estrofas del poema “vivo sin vivir en mí y tan alta vida espero que muero porque no muero…”
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