Al pontificio consejo para los laicos
El Papa dijo a los presentes que “el fenómeno del urbanismo ya ha asumido dimensiones globales: más de la mitad de los hombres del planeta vive en las ciudades. Y el contexto urbano tiene un fuerte impacto sobre la mentalidad, la cultura, los estilos de vida, las relaciones interpersonales y la religiosidad de las personas. En ese contexto, tan variado y complejo, la Iglesia ya no es la única “promotora de sentido” y a los cristianos se los ve adoptar “lenguajes, símbolos, mensajes y paradigmas que ofrecen nuevas orientaciones de vida, a menudo en contraste con el Evangelio” (E.G. 73). Las ciudades presentan grandes oportunidades y grandes riesgos: pueden ser magníficos espacios de libertad y realización humana, pero también terribles espacios de deshumanización e infelicidad”.
“Se trata de encontrar el coraje para dar el primer paso de acercamiento a los demás, para ser apóstoles del barrio”, dijo.
Francisco también señaló que las ciudades, son “espacios magníficos de libertad y de realización humana”, pero también “espacios terribles de deshumanización y de infelicidad”. Parece que cada ciudad, incluso la que parece más próspera y ordenada, tiene la capacidad de generar dentro de sí una oscura ‘anti-ciudad’, -indicó-. Parece que con los ciudadanos también existen los ‘no-ciudadanos’, personas invisibles, pobres de medios y de calor humano, que viven en ‘no-lugares’, que viven de las ‘no-relaciones’. Se trata de individuos a los que nadie dirige una mirada, una atención, un interés”.
El Santo Padre recordó que “Dios está presente inclusive en nuestras ciudades frenéticas y distraídas”, por lo que es importante “no abandonarse al pesimismo”, sino tener una mirada de fe sobre la ciudad. Dios no está nunca ausente en la ciudad porque nunca está ausente en el corazón del hombre. De hecho –dijo, citando a su exhortación apostólica Evangelii Gaudium– ‘la presencia de Dios acompaña la búsqueda sincera que las personas y los grupos cumplen para encontrar apoyo y sentido a sus vidas’”.
“La Iglesia quiere estar al servicio de esta búsqueda sincera que está en tantos corazones y que los abre a Dios”. El Papa subrayó que “los fieles laicos, sobre todo, están llamados a salir sin temor para ir al encuentro de los hombres de las ciudades: en las actividades cotidianas, en el trabajo, como individuos o como familias, junto con la parroquia o en los movimientos eclesiales a los que pertenecen, pueden romper el muro del anonimato y la indiferencia que a menudo reina en las ciudades”.
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