2 Jesús cura con la voz y con el contacto
3 El modo en que los padres entienden la salud
4 La actividad médica como metáfora de la acción divina
5 La pedagogía de Cristo médico
6 La función terapéutica del prójimo
7 Orar nos cura
CRISTO MÉDICO EN LA PATRÍSTICA
Empieza con una anécdota muy significativa, que transmito
entera:
«Rubén Omar Sosa
escuchó la lección de Maximiliana en un curso de terapia intensiva, en Buenos
Aires. Fue lo más importante de todo lo que aprendió en sus años de estudiante.
Un profesor contó el caso. Doña Maximiliana, muy cansada por los trajines de
una larga vida sin domingos, llevaba unos cuantos días internada en el
hospital, y cada día pedía lo mismo:
-Por favor, doctor, ¿podría tomarme el pulso?
Una suave presión de los dedos en la muñeca, y él decía:
-Muy bien. Setenta y ocho. Perfecto.
-Sí, doctor, gracias. Ahora por favor, ¿me toma el pulso?
Y él volvía a tomarlo, y volvía a explicarle que estaba todo bien, que mejor
imposible.
Día tras día, se repetía la escena. Cada vez que él pasaba por la cama de doña
Maximiliana, esa voz, ese ronquido, lo llamaba, y le ofrecía ese brazo, esa
ramita, una vez, y otra vez, y otra.
Él obedecía, porque un buen médico debe ser paciente con sus
pacientes, pero pensaba: Esta vieja es un plomo. Y pensaba: Le falta un
tornillo.
Años demoró en darse cuenta de que ella estaba pidiendo que alguien la tocara»
Fue lo más
importante de todo lo que aprendió en sus años de estudiante de medicina.
Jesús también lo aprendió por los caminos de Galilea, la
gente se acercaba para tocarlo y para que los tocara en su necesidad… La
invitación de esta tarde nos lleva a detenernos en este precioso título que los
Padres y Madres de la Iglesia prodigaron
y ahondaron el de Cristo medico.
Los Padres y Madres son maestros
Dice un dicho sufí: “Tu
maestro no es aquel del que oyes discursos sino aquel cuya presencia te
transforma”. Ellos son así, auténticos maestros y guías espirituales,
teólogos y mistagogos a la vez. Practican aquello que dicen, no sólo se lo
creen, lo viven….Lo más difícil en esta era de la post verdad.
Vamos a ver qué nos dicen de Cristo médico. Hoy que nuestras
sociedades están enfermas de soledad de aislamiento; y la salud se ha
convertido en un negocio. (Inglaterra va a crear un ministerio de la soledad)
La salud se define como: “el
estado de bienestar físico, mental y social, con capacidad de funcionamiento y
no sólo la ausencia de enfermedades”.
Después la conferenciante va poniendo una mirada en el
Evangelio y otra en los Padres. Estos consideran a Cristo Médico de nuestros
cuerpos y nuestras almas. Crean
hospitales y mientras Grecia excluía de la medicina a los incurables, los
cristianos los cuidan sean o no de los suyos.
Tras esta introducción
Mariola nos invita a hacer unos minutos de silencio y oración.
1.- Jesús médico en los evangelios
¿Recordamos los pasajes del Evangelio dónde aparece la
palabra “médico”?
El término griego iatros (médico) aparece siete veces en el Nuevo Testamento;
cuatro de ellas en boca de Jesús. En los tres sinópticos una de las veces
aparece esta afirmación en un contexto muy singular: ante el reproche de que
come y bebe con publicanos y pecadores, Jesús responde: "no tienen
necesidad de médico los sanos, sino los enfermos; no he venido yo llamar a los
justos, sino a los pecadores” (Mt 9,12;
Mc 2,17; Lc 5,31); y también el probable refrán que él dice que le atribuyen:
"médico cúrate a ti mismo" (Lc
4,25).
Otros textos: Mc 5,26; Lc 8,43). Y finalmente la alusión de
Pablo en Col 4,14: "os saluda, Lucas, el médico amado".
El Reino no se concibe sin esa dimensión "terapéutica",
2.- Jesús cura con la
voz y con el contacto
Los evangelios nos dan sobrada cuenta de esa fuerza sanadora
que irradia de su persona: bien por sus palabras y su voz, o bien a través del
contacto, por la imposición de sus manos.
Jesús no cura a distancia, o en serie, sino que en todos los
casos dedica una atención personal acercándose a las circunstancias en que vive
la persona enferma y con frecuencia toma la iniciativa: dialogando con ella
bien acerca de su indigencia y su propio mal, bien apelando a su confianza y
abriéndole así a la posibilidad de una curación y un bienestar "semper maior". La salud entonces no es sólo una mejoría
física, sino la sanación integral de la
persona.
Ignacio de Antioquía (+110), a comienzos del siglo II, recomendaba a Policarpo de
Esmirna: "Lleva a todos sobre ti, como a ti te lleva el Señor. Soporta a
todos con espíritu de caridad... Carga sobre ti las enfermedades de
todos".
A diferencia de otros médicos, él cura "sin fármacos ni
hierbas", sin emplear de ordinario ritos mágicos o fórmulas arcanas, sin
otros instrumentos que su presencia personal,
Para los Padres es un médico que ha venido al mundo para
curar las heridas producidas por el pecado.
Como dice Juan Damasceno “lo que no es asumido no es curado y
Jesús lo asumió todo para que todo fuera
curado”.
3.- El modo en que los
Padres entienden la salud
La visión de salud que tienen los padres es integral, abarca
a la totalidad del ser humano sin quedarse reducida a una de sus dimensiones:
Los Padres de la Iglesia distinguen entre enfermedades: corporales sóma (cuerpo), psíquicas psyché (alma), y espirituales. noûs
(espíritu).
Las enfermedades
corporales son
sanadas con la medicina y técnicas propias de la época Las enfermedades psíquicas, que según los Padres, tienen tres
orígenes: somático, demoníaco: se admite por los Padres que
el origen de algunas enfermedades sean los malos espíritus
Finalmente, en tercer
lugar tratan las enfermedades espirituales, llamadas
“vicios” o “pasiones”.
Fernando Rivas, en su libro: “Terapia de las enfermedades espirituales en
los Padres de la Iglesia” las sistematiza de este modo;
Enfermedades de cuerpo:
gula, lujuria y amor al dinero.
Enfermedades del alma:
tristeza, cólera, acedia, envidia
Enfermedades del espíritu:
vanagloria y orgullo
¿Qué podemos concluir?: La armonía es el criterio de discernimiento de una auténtica curación.
Para los padres la sanidad del ser humano es el estado al que estamos
destinados desde la creación. Este estado de shalom paradisíaco es para los padres el estado de “salud primordial”.
Al caer en la tentación de autodeificarse, de prescindir del
creador: “Tuve miedo y me escondí…”,
4.- La actividad médica como metáfora de la
acción divina.
«Orígenes
(+254) ese gran intérprete de la Escritura,
es el que ha descrito a Jesús como médico más frecuente y más
extensamente… "La
expresión "magnus medicus" que muchos usarán, tiene sus antecedentes
en él que habla de Cristo como archiatros o "supermédico", conocedor
de la verdadera medicina.
Para Orígenes: "Toda naturaleza racional debe ser curada
por la medicina de la palabra para
que retorne a la familiaridad con Dios creador".
5.- La pedagogía de
Cristo médico Vamos
viendo cómo los padres ponen el acento en la curación por la palabra, unida al
dinamismo de la curación como un proceso. Ese gran catequeta y pedagogo que fue Clemente de Alejandría (+213) supo unir la "medicina y la
pedagogía" como dos formas de una misma curación. Una pedagogía curativa
que acontece por la palabra iluminadora y fortalecedora que apoya, estimula y
cura. Dice de Jesús: "nuestro buen Pedagogo, que es la Sabiduría y el
Logos del Padre, que creó al ser humano y cuida por entero de su criatura, cura
a la vez su cuerpo y su alma, porque él es el médico de la naturaleza humana,
capaz de curarlo todo".
Insiste en la "palabra medicinal" o
"terapéutica". Era lo que iban a buscar a los padres y madres del
desierto… Dame una palabra, que era como medicina…
La curación (como semilla que germina y crece) requiere su
tiempo (en el plano personal como en el comunitario), todo un proceso humano
que no coincide con "lo instantáneo".
Para los padres se debe participar en la propia recuperación. La curación no es un
acto unilateral, la salud requiere de las dos partes. Orígenes fuerza los
textos sobre curaciones de Jesús para mostrar que en el restablecimiento de la
creatura siempre participan tanto el Médico como el enfermo.
Señala
Máximo el Confesor (+662): “Como un médico bueno y caritativo Dios
aplica a cada uno […] el tratamiento que le conviene”. Los padres lo repetían mucho, cada persona
necesita una medicina específica, lo que es bueno y conveniente para uno no lo
es para el otro
6.- La función
terapéutica del prójimo
Para esos “terapeutas” que eran los padres y madres del desierto: la relación con el prójimo no
es sólo la fuente de un más hondo conocimiento de nosotros mismos, sino el
remedio, la medicina, con la que Cristo cura nuestro corazón.
¿Cómo son nuestras relaciones? ¿Cómo se sienten los demás con
nosotros, se sienten respetados, sin temor a que queramos que sean distintos de
lo que son?
Dice una sentencia: “Si a alguno le viene el recuerdo de un
hermano que le ha herido, ofendido, o hecho burla de él, debe acordarse del
hermano como de un médico que le fue enviado por Cristo y contemplarlo como su
bienhechor… Debes estarle agradecido al hermano porque gracias a él conoces
ahora tu enfermedad; debes orar por él y recibir lo que de él viene como un
remedio que te ha sido enviado por el Señor. Si en cambio te
Pero esa función terapéutica del prójimo sólo puedo
descubrirla en la oración. Y ésta es también el único medio por el que las
ofensas del otro pueden convertirse en remedio para mí. La curación tiene que ver con el proceso de semejanza con Cristo. Cuando
nos vamos asemejando a él nos hacemos también saludables para otros. “El ser humano es la medicina para el ser
humano”.
7.- Orar nos cura
Para los padres la oración es el instrumento terapéutico por
antonomasia. Nos muestran que la oración es capaz de curar porque lejos de
taparlo todo con un piadoso manto bajo el que la enfermedad seguiría
prosperando, ella pone al descubierto y cura realmente las auténticas heridas.
No porque la oración sea una técnica con la que sanarnos a nosotros mismos sino
porque nos pone en las manos de Dios, el único que puede de verdad curarnos.
Nos dice san Juan
Crisóstomo, “si el alma está sana, la enfermedad del cuerpo no puede causar
ningún daño al alma”.
Para terminar la conferenciante alude a un hecho vivido con
una hermana enferma. No podemos resumirlo. Sólo tomo estas palabras:
“Después del amargo e inesperado diagnóstico de la
enfermedad, la mejor noticia y el mejor diagnóstico que le dieron fueron las
palabras del Capellán al decirle TÚ ESTÁS SANA ESPIRITUALMENTE. Estas palabras
han sido la mejor medicina para ella, que levantaron las defensas de su alma
y no permitieron que perdiera su
sonrisa”
Y termina con esta invocación:
“Señor…no permitas que desfallezcamos en nuestra debilidad
los que esperamos la llegada saludable del que viene a sanarnos de todos
nuestros males”.
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