Manifiesto de la iniciativa
Iglesia por el Trabajo Decente (ITD) ante el Primero de Mayo.
De nuevo, ante el 1º de
Mayo, Día Internacional del Trabajo, las organizaciones que promovemos la iniciativa Iglesia por el Trabajo Decente unimos
nuestras voces y fuerzas en esta fiesta de los trabajadores y
trabajadoras y de san José obrero para celebrar el sentido creador del
trabajo, y para poner de relieve la urgente necesidad de poner fin a la lacra
de la precariedad laboral que caracteriza el actual sistema de relaciones
labores y que lesiona los derechos de las personas trabajadoras y de sus
familias.
Constatamos que el trabajo
decente, que forma parte de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, es un
elemento imprescindible para la justicia social y la cohesión de toda la
humanidad.
Como denuncia César, de Zaragoza,
“la mayoría de trabajos que me ofrecen las empresas son precarios, horas
sueltas, sustituciones puntuales… No dan para vivir de forma digna, ni mucho
menos. Este tipo de trabajo me genera mucho estrés y tengo miedo del día de
mañana. Por eso, este 1º de Mayo acudiré a la calle para, junto a otros,
intentar conseguir un trabajo digno”.
La indecente precariedad del
trabajo está afectando duramente a la juventud hundida en una pobreza crónica
que les imposibilita un proyecto de vida; a familias cuyas necesidades básicas
quedan sin asegurar o sin cubrir, como son el techo, luz, comida, ropa o
medicamentos; y a personas mayores que sufren una vejez sin calidad a causa de
unas pensiones indignas. Se trata de situaciones provocadas por un sistema
capitalista injusto que sitúa el trabajo, no como fuente de vida y dignidad,
sino como recurso al servicio imperioso del capital a costa de la precariedad
latente de las personas trabajadoras y de la exclusión de todos a los que el
papa Francisco define como “descartados”.
Afirmamos que el trabajo
es esencial para la vida de las personas porque ayuda a construir nuestra
humanidad. A través de él potenciamos, desarrollamos y expandimos nuestras
capacidades y cualidades. Es necesario repensar el sentido del trabajo, de la
economía y de la empresa, devaluadas en nuestra sociedad. Para ello tenemos que
exigir a políticos, gobernantes y poderes económicos unos derechos que son
básicos para la construcción de una sociedad cuyo sentido y función sirvan al
bien común.
El trabajo está en función de la
persona y no la persona en función del trabajo como señaló Juan Pablo II en Laborem
exercens, 6. En la reflexión sobre el futuro del trabajo
realizada por la Organización Internacional del Trabajo con motivo de la
celebración del centenario de su creación hace hincapié en la urgencia de
unificar la lucha contra la precariedad. Propone, para ello, un programa
centrado en las personas y basado en la inversión en las capacidades de los
individuos, las instituciones laborales y en el trabajo decente y sostenible.
Desde estas constataciones,
reclamamos:
■ Que se sitúe a la persona en el centro de la
vida política, de las relaciones laborales y del trabajo, a fin de abordar
la indecente precariedad que descarta a millones de personas
al acceso “a un trabajo decente y no de cualquier modo”, en palabras del papa
Francisco, y de facilitar el diálogo social entre los gobiernos y las
organizaciones de trabajadores y trabajadoras, empresariado y agentes sociales.
■ Que se haga efectivo por parte de los poderes públicos el derecho
a un trabajo digno para todas las personas, ya que el trabajo es expresión
de la propia dignidad.
■ Que se reconozca social y jurídicamente
el trabajo de cuidados. Para
ello necesitamos un planteamiento nuevo de políticas sociales, de género y
educativas que facilite una prestación de los cuidados compartida por hombres y
mujeres, y que posibilite una igualdad real de oportunidades en el lugar de
trabajo.
■ Afirmamos que el trabajo es para la vida, por lo que
se tiene que producir en unas condiciones laborales que garanticen la
integridad física y psíquica de la persona, y que garanticen su protección
social. Por eso reclamamos: Ni una persona muerta más por accidente de trabajo.
Como entidades de la Iglesia
sensibles y comprometidas con la realidad en el mundo obrero y del trabajo, en
este 1º de Mayo y de san José obrero invitamos a las comunidades
cristianas a celebrar la Eucaristía como signo de solidaridad con
quienes sufren la precariedad y deshumanización del trabajo. (1)
Invitamos, igualmente, a
participar en aquellas actividades que convoquen las organizaciones sindicales
para exigir un trabajo decente acorde con la dignidad de todas las personas.
(1)
El Secretariado Diocesano de Pastoral
Obrera y del Trabajo organizamos la celebración de la Eucaristía, el 1º de Mayo
-
En Granada:
parroquia San Juan María Vianney, (Zaidin-Vergerles) a las 10.00 de la mañana
-
En Motril:
parroquia Divina Pastora, a las 11.00 de la mañana
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