"El Papa invita a los católicos a reimaginarse como una comunidad de hermanos y hermanas"
Timothy Radcliffe: "Francisco desafía la idea - central en el Estado nación moderno - de que un país tiene un derecho absoluto a sus propios recursos y territorio"
"En el corazón de esta importante encíclica está la convicción de que
la fraternidad es tanto nuestra identidad presente más profunda como nuestra
vocación futura"
"El uso que San Francisco y Santo Domingo hicieron de los primeros
títulos cristianos 'hermano' y 'hermana' contenía un valor utópico, la promesa
de un mundo en el que los extranjeros que abarrotaban las nuevas ciudades
serían acogidos"
"El sueño de la hermandad universal tiene menos control sobre el
imaginario colectivo que en el pasado"
"Nuestro mundo se ha convertido en un inmenso centro comercial. Desde
el siglo XVII la falsa idea de que todo está en venta ha capturado la
imaginación común"
"Si nos cerramos herméticamente al extranjero, las culturas locales
que nos importan morirán"
05.11.2020 | Timothy Radcliffe op
(L'Osservatore romano).-¿Los seres humanos ya son hermanos
y hermanas, o es eso en lo que deben convertirse? En el corazón de esta importante encíclica está la convicción de que la
fraternidad es tanto nuestra identidad presente más profunda como nuestra
vocación futura. Estamos invitados a convertirnos en hermanos y hermanas en Cristo de una
manera que apenas podemos imaginar ahora. "Queridos hermanos, ya somos
hijos de Dios, pero lo que seremos aún no se ha revelado. Pero sabemos que
cuando se haya revelado, seremos como él, porque lo veremos tal como es".
(1 Juan 3:2).
Esto es en parte una aventura de la imaginación. Por imaginación no me
refiero a lo "imaginario", a la fantasía, sino a una transformación
de cómo somos en el mundo. La imaginación
cristiana es el poder del Espíritu Santo que nos lleva a toda la verdad. Es "el
pensamiento de Cristo" (1 Corintios 2: 16).
Ya en el Génesis hay en juego una imaginación fraternal que nos lleva desde
la rivalidad fraternal asesina entre Caín y Abel, pasando por las tensiones
entre Isaac e Ismael, Esaú y Jacob, Lea y Raquel, hasta la reconciliación de
José con sus hermanos. Ser hermanos o hermanas no es sólo y
simplemente una cuestión de descendencia biológica, sino un crecimiento en la
responsabilidad mutua, construyendo el hogar común. Nos guía la pregunta
del Señor a Caín: "¿Dónde está Abel tu hermano?" (Génesis 4:9), al
abrazo de José a sus hermanos: "Yo soy José, tu hermano, a quien has
vendido para Egipto. Pero no os entristezcáis ni os preocupéis por haberme
vendido aquí abajo, porque Dios me ha enviado aquí antes que vosotros para manteneros
con vida" (Génesis 45, 4-5). El Génesis sienta las bases de la existencia
de Israel al llevarnos al triunfo de la hermandad sobre la rivalidad.
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