miércoles, 6 de abril de 2022

Abrirse a la compasión

Sintiéndonos llamados, con otros, a realizar el camino de la Cuaresma, de la preparación a la Pascua; contemplamos a Jesús, el siervo, abierto a la interpelación de Dios y al compromiso con los hombres. Escuchamos la llamada:“ Convertíos a mí de todo corazón…Rasgad los corazones y no las vestiduras; convertíos al Señor, Dios nuestro, porque es compasivo y misericordioso. Joel 2, 12.
 
“Podéis llamarlo Dios amor, podéis llamarlo Dios bondad; pero el mejor nombre para Dios es compasión”, escribía el místico Maestro Eckhart. “Dios es rico en compasión, a causa del gran amor con el que nos ha amado”. Efesios 2, 4.
 
Esta compasión de Dios ha estado vivida y manifestada en plenitud, en el mundo y en la historia, por Jesús de Nazaret, durante su vida no cesó de escuchar, sanar, perdonar, acoger al otro con sus heridas, sufrimientos y en la aceptación total incondicional de la persona, hasta dar su vida por la salud del mundo.
 
Jesús es el icono de la desmesura del amor compasivo, cuando lo contemplamos creando comunidad, alegría y fiesta; saciando hambres; inaugurando una manera nueva de vivir, en la que el modelo no es acumular, sino el compartir; no el retener sino el entregar… cuando le vemos en la cruz con los brazos abiertos y extendidos a toda la humanidad y la creación. "No hay amor más grande que dar la vida por sus amigos”. Juan 15,13.
 
Jesús nos invita, a ser testigos de este amor en medio de un mundo, muchas veces herido, roto y sin esperanza:  “Sed compasivos, como también vuestro Padre es compasivo”. Lc 3, 36.


Carmen Serrano

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