“Es fundamental que los ciudadanos musulmanes, judíos y cristianos, gocen –tanto en las disposiciones de la ley como en su aplicación efectiva– de los mismos derechos y respeten las mismas obligaciones. De este modo, se reconocerán más fácilmente como hermanos y compañeros de camino, alejándose cada vez más de las incomprensiones y fomentando la colaboración y el entendimiento”“la libertad religiosa y la libertad de expresión, efectivamente garantizadas para todos, impulsará el florecimiento de la amistad, convirtiéndose en un signo elocuente de paz”
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