viernes, 27 de marzo de 2015

28 de marzo nacimiento de Santa Teresa

RECORDAMOS CON ELLA OTRO NACIMIENTO

 Seguramente habéis oído hablar de cómo se fabrica la seda, que sólo Él pudo hacer semejante invención. Y de cómo, de una simiente pequeña como unos granos de pimienta - yo nunca lo he visto, lo sé sólo de oídas, por eso si en algo me equivoco, no es mía la culpa- con el calor, al comenzar las hojas en las moreras, comienza esta simiente a vivir.
Esta simiente está muerta, hasta que salen las hojas de la morera, que es de lo que se alimenta. Cuando están grandes los gusanos, les ponen unas ramillas, y con sus boquillas, van ellos mismos hilando la seda y hacen unos capuchillos muy apretados, en donde se quedan encerrados. Y al cabo del tiempo, este gusano que es grande y feo, sale del mismo capullo convertido en una mariposa blanca muy graciosa.


Si esto no lo viéramos y nos lo contaran de otros tiempos ¿quién podría creerlo? ¿Y qué razones podríamos dar de una cosa tan poco inteligente como es un gusano y una abeja para que sean tan diligentes en trabajar en nuestro provecho y con tanta industria, y el pobre gusanillo pierda la vida en la demanda?
¿Qué sería si supiéramos la naturaleza de todas las cosas?
Es de gran provecho meditar estas grandezas y regalarnos en ser esposas de Rey tan sabio y poderoso.
 Volvamos a lo que venía diciendo. Entonces comienza a tener vida este gusano, cuando con el calor del Espíritu Santo empieza a aprovecharse de los auxilios que Dios da a todos. Y cuando empieza a aprovecharse de los remedios que  dejó en su Iglesia, como son la confesión, las buenas lecciones y sermones, que es el remedio del alma que está muerta por su descuido y metida en ocasiones de pecar.
Entonces comienza a vivir, y se va alimentando con esto y con buenas meditaciones, hasta que crece, que es lo que viene al caso, que lo demás poco importa ahora.
Pues cuando crece el gusano, como he dicho, comienza a labrar la seda y a edificar la casa en la que va a morir. Esta casa, que es Cristo, es lo que yo querría dar a entender.

En alguna parte he leído o lo he oído que nuestra vida está escondida en Cristo o en Dios, que es lo mismo, o que nuestra vida es Cristo (S. Pablo, Col. 3)

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