“NUESTRA NAVIDAD”
“Gloria a Dios en las alturas
y en la tierra al hombre PAZ” (Villancico)
Clara ha aprendido hacer barquitos con
papel de colores en el colegio. En Navidad, los pondrá en el río del Nacimiento
de su casa.
Vive en el tercero de un edificio de cinco pisos. En el bajo, y
antes de llegar a la escalera, está la galería de las plantas donde juegan los
niños de la vecindad.
La niña es feliz y enseña a hacer barquitos
con papel de colores a toda la familia.
—Hay que doblar bien el papel —dice—
para que el barquito pueda navegar por el agua.
Su mamá está tan emocionada que sale a la
calle a comprar papeles de colores y los recorta para poder hacer más
barquitos.
Clara se reúne con sus amigas en la
galería de las plantas. Les enseña a hacer barquitos de colores. Se sientan en
el suelo y forman un corro. No solo las niñas, también los niños y algunos
mayores, que atraviesan la galería, quieren aprender. Clara se ha convertido en
una magnífica profesora. Todos los vecinos se han contagiado de esta
experiencia de colores.
Las calles están iluminadas. Clara sale
a pasear con sus padres la víspera de Navidad. La ciudad se mueve como un carrusel.
A pesar de los problemas de cada uno, la gente se sonríe y hay algo en el
ambiente que invita a compartir. “Esta
noche es Nochebuena…” canta un coro.
La familia vuelve a casa. Al llegar a la
galería de las plantas ven que hay un tablero de madera
en forma de mesa larga con un mantel blanco de papel. No hay sillas. Se
sorprenden y cuando suben a su piso, encuentran a los vecinos en la escalera
cuchicheando sobre el significado de la mesa que está en la galería. Nadie sabe
nada. Después de varias opiniones, cada vecino se encierra en casa para celebrar
su navidad.
Se oyen pasos, los extranjeros del
quinto bajan sillas y banquetas y las colocan alrededor de la mesa que está en
la galería. La mamá lleva una fuente muy grande con comida y los tres niños
colocan platos, vasos y tenedores. El papá pone en la mesa refresco. Todo lo
hacen en silencio y regresan a su casa. Los demás vecinos, y sobre todo los
niños, curiosean a través de la rendija de las puertas.
La familia del quinto vuelve a bajar con
velas encendidas y cantan una canción. Al llegar a la galería de las plantas adornan
la mesa con las luces. Clara y sus amigos se mueren de curiosidad. Se escapan
de sus casas y se precipitan por la escalera para ver qué sucede en la galería
de las plantas, donde ellos juegan. Primero se quedan en silencio y luego
preguntan el sentido de la mesa tan larga, las luces y la comida. Los extranjeros del quinto contestan: “Es Navidad
y todos estáis invitados”
Los niños corren a sus casas para contar
lo que han visto, sin pensar en las consecuencias. Como una ráfaga de aire, la
noticia ha pasado por todas las puertas. En cada casa está la mesa preparada
para la cena navideña. ¿Por qué romper una tradición de años? Los niños
insisten en compartir la cena con los amigos del quinto.
El padre de Clara dice que es una buena
idea, lo comenta con su vecino de en
frente y bajan para poner su cena en la
mesa común. Doña Anita, que vive en el primero y es muy mayor, llama a su amiga
Doña Lola, la del cuarto y le pide ayuda para bajar a la galería. Doña Lola le contesta que esos “tinglaos” son de
locos y que prefiere quedarse en su casa.
Doña Anita insiste y convence a Doña Lola. Quiere compartir su cena y su cariño
con todos los vecinos. Don Julio el del segundo se ofrece para ayudarlas.
Poco a poco la mesa se alarga con otras
mesas, con fuentes de comida, adornos de Navidad, frutas, dulces y bebidas para
todas las edades. Una familia del quinto baja cantando con panderetas y
castañuelas. Las otras dos familias del cuarto y del primero se unen a ellos
con zambombas y cascabeles. La alegría de la mesa en común es que nadie come de
lo suyo, sino que lo ofrece a los demás y siempre sobra para regalar a otros.
Se cena, se canta y sobre todo se habla
de esta Navidad nueva para todos. Este entusiasmo llega al corazón de un matrimonio
que vive en el segundo. En un principio no querían participar de la invitación,
pero descubren que es más bonito celebrar “nuestra Navidad” porque “mi navidad”
encierra egoísmo. Ellos ya han cenado pero van a compartir los dulces y también
quieren regalar su árbol navideño. Doña Anita emocionada levanta su vaso y
dice: —Ya estamos todos. Felicidades.
Los niños participan de esta aventura
dando gritos de entusiasmo. Se acuerdan de sus barquitos de papel de colores y
deciden regalarlos todos. Y esta Nochebuena, cada vecino hace navegar su
barquito por los aires y lo cuelga de las ramas del árbol de Navidad con un
deseo:
Cantemos
Nuestra Navidad. “Noche de paz, noche de
amor…” (Villancico)
María del Carmen Ramos Pueyo
Sevilla Navidad 2017
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