HACER VISIBLE LO QUE LAS DEMOCRACIAS Y
LOS MEDIOS QUIEREN MANTENER INVISIBLE
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"¿Qué pasaría si el mismo volumen que ha ocupado la pederastia
clerical lo ocupara el tráfico de niñas para ser prostituidas?"
Se encargaron de que no supiéramos nada de lo que estaba pasando en
Honduras, tras un golpe de estado pseudojurídico abonado por los poderosos de
la tierra. Hasta que la increíble caravana de los desesperados ha hecho visible
la tragedia.
Padre Melo: "La situación en Honduras es una auténtica olla a presión
que continúa".
4 de cada 10 inmigrantes que van a México desaparecen: ¿Cuántos de la
caravana llegarán a EE.UU.?
Donald Trump: "Si los de la caravana de migrantes lanzan piedras, se
les disparará"
De san Romero de América se dijo varias veces que era “la voz de los sin
voz”. Esa frase ha sido matizada otras veces arguyendo que lo ideal no era
simplemente hablar por los que no pueden hacerlo, sino devolverles la voz a los
que la han perdido.
Dejando ahora los matices y atendiendo a lo positivo, la tarea de ser voz
de los sin-voz debe completarse hoy con la de hacer visible (y bien visible)
aquello que nuestras democracias y muchos medios de comunicación se encargan de
mantener invisible o apartado.
Hace ya muchos años abogué por “poner sobre la mesa de la familia humana
todo el dolor del mundo” (Acceso a Jesús 1ª, p. 150). Entonces los hoteles de
cinco estrellas, los cruceros del Corte Inglés y hasta los viajes a la luna,
perderían importancia, calor y sabor, pero, a lo mejor, ganábamos un poco más
de solidaridad y un poco más de fraternidad.
¿Qué pasaría si cada radio o cada televisión comenzaran sus informativos
con noticias como estas: “ayer ocurrió una desgracia espantosa: murieron 30.000
personas de hambre, muchos de ellos niños”? ¿Qué pasaría si el mismo volumen
que ha ocupado la pederastia clerical lo ocupara el tráfico de niñas para ser
prostituidas?
“Ojos que no ven, corazón que no siente”, acuñó la sabiduría popular. Y los
medios se han encargado de que no viéramos el dolor de Grecia, víctima de la
aplicación abstracta de otro refrán (el que la hace la paga): tan abstracta
que, envueltos en el nombre genérico de Grecia, la han pagado los que menos
habían hecho.
Como se encargaron de que no supiéramos nada de lo que estaba pasando en
Honduras, tras un golpe de estado pseudojurídico abonado por los poderosos de
la tierra. Hasta que la increíble caravana de los desesperados ha dado a la
tragedia cierto color de suspense y de folklore y ha hecho así que nos
enteremos algo de ella.
El resultado de esa manera de invisibilizar las cosas es el dictamen de la
mayoría de los sociólogos actuales: el mayor pecado de nuestra hora histórica
es la indiferencia. Ni siquiera la maldad (de la que todos tenemos nuestra
dosis), sino simplemente la indiferencia.
El antiguo “pan y circo”, modernizado hoy en “fútbol y apuestas”, nos hace
invisible aquello que más necesitaríamos ver. En tiempo de Hitler había unos
campos de concentración que no eran visibles para la mayoría de la sociedad
alemana. Hoy, en frase del filósofo Agamben: “el campo (de concentración) es el
mundo”. Y nosotros tan tranquilos.
Y al lado de las víctimas de la historia pongamos el ejército de
desvalidos. Tocarán las trompetas de Jericó por el avance de nuestra ciencia
que está alargando la vida humana. Pero los espacios de programas tan obscenos
y repugnantes como “Corazón” nunca los ocuparán esos rostros de tanta gente de
cierta edad que viven solos, sin nada que hacer en sus vidas, carentes de
metas, de horizonte y de futuro y que, por eso, son vidas sin sentido. ¡Qué
gran “Corazón” sería el que tratara de darles una buena experiencia, sea de
tipo afectivo (como ha pasado a veces implemente en el contacto y amistad con
un cuidador o cuidadora), o de tipo espiritual o cultural que, al menos,
pusiera en su cotidianidad una pequeña meta que devolviera sentido a sus vidas!
Hacer visible lo invisible es una de las grandes necesidades y de los
grandes deberes de hoy. Ya hace años, una religiosa norteamericana me dijo: en
EEUU uno de los mayores objetivos de la izquierda ha de ser “dar informaciones
alternativas”.
Hoy veo mejor que entonces cuánta razón tenía. Y digo todo eso porque hay
caminos para ello. Entremos simplemente en la Plataforma “visibles.org”, creada
para dar voz y visibilidad a causas justas invisibles, y para dar cauce a
reivindicaciones ciudadanas. Entremos para ver las perspectivas que se abren y
para abrir otras nuevas.
No hacerlo podría equivaler a
entonar otra vez la inquietante estrofa de Bob Dylan: “How many times must a
man turn his head, and pretend that he just doesn’t see?” (¿Cuántas veces debe
un hombre girar la cabeza y pretender que simplemente no ve?)
“La respuesta, amigo mío, va volando por el viento”.
José Ignacio González Faus
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