La tarde del miércoles 19 de octubre,
a las 18h, el Centro Cultural Dari comenzaba las actividades del curso
2022-2023. Y lo hacía con una invitación a caminar tras las huellas de San Juan
de Dios en Granada, con un subrayado importante, la hospitalidad en el siglo XVI.
Un grupo de 25 personas respondía a la
invitación y guiadas por María del Mar Giménez Martínez, Lda. en Geografía e Historia, con especialidad en Historia del Arte,
iniciaba el camino por las empinadas calles de la ciudad. Pronto esta ruta
exterior se convertiría, en palabras de un participante, en un camino
espiritual personal.
San Juan de Dios, se llamaba Juan Ciudad, nació en Portugal
en 1495, se cree que era de familia judía. Criado y educado cristianamente, a
los 28 años se alista como soldado al servicio del emperador Carlos V en España
y en países europeos.
De nuevo en España se instala como vendedor de libros en
Sevilla, para después marchar a Granada, donde se establece con idéntico
trabajo. Aquí oye predicar a San Juan de Ávila, el Maestro Ávila, y experimenta
una extraordinaria conmoción espiritual «…en
esta ciudad un santo clérigo que se llamaba el Maestro Ávila, predicador
apostólico y de muy santa vida, y en la ciudad decían que este Padre Maestro
lo había convertido…» «… dos hombres honrados de la ciudad, compadeciéndose de él, lo
llevaron al Hospital Real de Granada, que es donde
recogen y curan a los locos de la ciudad…».
Juan recluido en el Hospital Real, sufre en propia carne el
trato que se da a los enajenados allí internados: celdas oscuras, maniatados,
tratados con azotes, baños de sorpresa, exorcismos o cadenas, como corresponde
a la terapéutica de la época con estos enfermos.
Juan cuestiona a sus cuidadores «… ¿por qué tratáis tan mal y con tanta crueldad a estos pobres
miserables y hermanos míos… no sería mejor que os compadecieseis de ellos y de
sus trabajos, y los limpiaseis y dieseis de comer con más caridad y amor que lo
hacéis…?».
Aquí, toma conciencia de su misión: «Jesús-Cristo me traiga tiempo y me dé gracia para que yo tenga un
hospital, donde pueda recoger los pobres desamparados y faltos de juicio, y
servirles como yo deseo».
Juan se pone bajo la dirección espiritual del Santo Maestro, que aprueba su deseo de dedicarse al servicio de los enfermos, los pobres, y todos los necesitados que se relacionan con él; y al mismo tiempo practica un intenso apostolado, especialmente entre las mujeres públicas. juan no sabe de teorías, es un hombre concreto, su imperativo es dar y para ello lo busca a su manera.
Granada era una ciudad de contrastes: algunos
ricos, que vivían en buenos palacios y muchos pobres que eran ignorados por las
minorías ricas. Esta es la realidad que Juan se encuentra y a la que ni puede
ni quiere cerrar sus ojos.
Por eso, la primera solución que pretende es la
de servir de puente entre ricos y pobres, pedir a los ricos para dar a los
pobres, Juan necesita dinero y los ricos lo tienen. Su primera misión es despabilar
la conciencia dormida de estos acomodados de la sociedad y, además de su dinero,
les pedirá su solidaridad y su sentimiento de igualdad para con sus hermanos
los pobres que son tan hijos de Dios como ellos, y aún más, porque si el
Evangelio es parcial con alguien, es a favor de los pobres. La obra iniciada
por Juan de Dios tiene unos alcances de auténtica revolución social.
Juan de Dios es signo de que todo lo humano habla
de lo divino siendo por tanto el anuncio de un “cielo nuevo y una tierra
nueva”. Juan de Dios es ante Dios el signo del hombre nuevo y ante los hombres
el signo de la presencia de la misericordia de Dios en este mundo.
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