PROPONEMOS ESTA HOMILÍA DE SERAFÍN BÉJAR COMO MEDITACIÓN PARA ESTOS DÍAS
Todos los santos
Me gustaría enmarcar un poco la
celebración de hoy explicando quiénes son los santos, estamos
celebrando el día de todos los santos y no está mal que
intentemos profundizar en esa expresión, en ese sustantivo, santo, ¿quién es un
santo?. Para responder a esta pregunta quizá haga falta percatarse de que hay
distintas capas, ¿no?, la primera capa más superficial, la más influyente hace
referencia a todos los bautizados. ¿Quiénes son los santos?, los bautizados,
por lo tanto todos los que estamos aquí participamos de ese sustantivo, santo.
Cuando san Pablo escribía a las distintas comunidades repartidas por el Asia
menor, siempre utilizaba en el encabezado de sus cartas esa expresión, “a los
santos de Dios que peregrinan en Éfeso”, “a los santos de Dios que peregrinan
en Tesalónica”, “a los santos de Dios que peregrinan en Galacia”. ¿Quién es un
santo?, un bautizado, y ¿por qué un bautizado es un santo?, porque participa
del Único al que se le puede atribuir propiamente ese calificativo, Santo.
Una
segunda capa de esta cebolla, se aplica el término santo tanto a los bautizados
que siguen peregrinando en esta tierra como a aquellos bautizados que habiendo
muerto ahora se encuentran en el cielo. Hay una diferenciación muy bella en la
escritura (algo de ello hemos escuchado en la apocalipsis), entre la iglesia
terrestre y la iglesia celeste. Entonces en este día la fe nos dice algo muy
bello y que quizá cuesta trabajo creerse, y es que aunque no tengamos
experiencia de ello (aunque se puede tener experiencia), hay una real
solidaridad entre la iglesia del cielo y la iglesia de la tierra. Hay una real
solidaridad entre los santos del cielo y los santos que aún caminamos por esta
tierra, hay vínculos reales. Y a esto nos referimos cuando al rezar el credo
decimos en la confesión de fe, “yo creo en la comunión de los santos”, si los
santos son los del cielo y los de la tierra, significa que hay vínculos reales
que nos unen con los que ya no están aquí. Entonces esa “comunión de los
santos”, todavía para rizar más el rizo y para que sea más increíble pero
pertenece a la belleza de la fe, la Iglesia nos dice que es en el doble
sentido, si hay vínculo real de comunión nosotros podemos hacer algo por ellos,
ellos pueden hacer algo por nosotros. ¿Qué es lo que podemos nosotros hacer por
los que han muerto?, la muerte tiene que ser un momento alucinante,
vertiginoso, es un tránsito y ese tránsito no va a estar exento de dolor, ¿por
qué razón?, porque entrar en la luz de Dios de pronto delatará la
inconsistencia de nuestra vida. Es como si de pronto al entrar en la presencia
de Dios cayeran todas las vendas que nos han mantenido medio ciegos a lo largo
de la vida y nos percatáramos con una nitidez doliente de qué ha sido nuestra
historia, a quiénes hemos herido, qué muertos hemos dejado como fruto de la
búsqueda de nuestra felicidad… Cuando me mire en el espejo de la luz de Dios
tiene que ser emocionantísimo y al mismo tiempo tremendo ¿no?, pues bien,
cuando la persona que ha muerto, la persona que ha muerto está en ese proceso
(que nosotros llamamos de purificación), necesitará ser sostenido en el amor,
en la fe y en la esperanza de parte de los que todavía quedamos aquí. ¿Qué puedes
hacer tú por los santos del cielo?, sostener en la fe, en la esperanza, en el
amor. Este es el sentido de decir misas a los muertos, lo que pasa es que el
pueblo de Dios interpreta esto de una manera mágica o incluso cuantitativa,
cuantas más misas más efecto, y muchas veces lo interpreta incluso como una
especie de pago, como si compraras pero no es en este sentido. La intención es
que la Iglesia terrestre sostiene en la fe y en el amor a aquellos que están
cruzando el umbral, haciendo el tránsito, purgando (que purgando significa esto
que he dicho, haciendo el proceso de concretización de lo que ha sido su propia
historia). ¡Tiene que estar tanta gente herida por cosas que hemos hecho o
dicho y que ni siquiera nos olemos el daño que hemos podido cometer!, ¡tiene
que haber tantas cegueras no conscientes a lo largo de nuestra biografía que
contempladas a la luz de Dios, van a salir a la superficie!. Pero los que están
en ese tránsito y los que van entrando en esa presencia divina tampoco se
desentienden de nosotros que quedamos peregrinando en esta tierra, y por tanto
ellos que están en ese tránsito de presencia de Dios, interceden por nosotros.
¿Cómo una madre puede tener cielo mientras su hijo sigue sufriendo en la
tierra?, ¿os dais cuenta?, esta comunión de los santos dice algo muy chulo y es
que no es un camino individualista, no se llega a la meta individualistamente,
se llega como racimo y por tanto el cielo está incompleto hasta que no falte ni
uno solo de los rostros que han brillado bajo este mundo. ¡Fijaos en esos
vínculos de comunión bellísimos entre la Iglesia del cielo y la iglesia de la
tierra!
Aquí
os invito en esta tarde a dos cosas, primero a que descubras tu santidad que en
el fondo es “soy hijo de Dios” y segundo, a que intentes en esta noche revivir
esos vínculos reales de comunión, en esa “comunión de los santos” entre tus
seres queridos que participan ya de la unión en Dios, las personas que te han
acompañado un trecho del camino y que ahora ya se encuentran en esa Iglesia del
cielo. Pues que reavives esos vínculos, que hagas presente el cariño, el afecto
que te une hacia esas personas que fueron tan determinantes en tu vida y que ya
no tienes aquí de manera tangible, de manera palpable.
Pues
bien en este contexto de comunidad, vamos a sentirnos como decía el salmo “el
grupo que busca al Señor”, y por eso como grupo que busca al Señor si ahora
queréis añadir algo éste es el momento….
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