El 20 de noviembre se celebra el Día Internacional de los Derechos de la Infancia para conmemorar la firma de la Convención de los Derechos del Niño (CDN1989), una herramienta para la promoción y protección del bienestar de la infancia. La CDN enuncia, que todo niño y niña debería gozar de salud, disfrutar del descanso y del juego, tener una familia, un nombre, una nacionalidad, recibir educación, desarrollar la capacidad de pensamiento y de expresión, y ser protegidos frente a la violencia, la discriminación. [1]
Este Día Mundial nos ofrece un punto de partida para reflexionar y llevar a cabo medidas para seguir defendiendo, promoviendo y celebrando los derechos del niño y de la niña. No podemos olvidar que la infancia es un colectivo caracterizado por una especial vulnerabilidad y que en tanto que sujetos en desarrollo necesitan de terceros que les cuiden, eduquen y representen. El niño y la niña, como ciudadanos de derecho que son, requieren una adecuada protección, de forma que se garanticen la atención de sus necesidades, el pleno desarrollo de su personalidad y su integración social. Esta función "protectora" de la administración pública toma forma en casos de desprotección, desamparo o maltrato infantil, con el fin de prevenir y evitar situaciones de exclusión social en las etapas infantil y adolescencia.
A pesar de los avances en el cumplimiento de los derechos de la infancia y de los esfuerzos de los países para lograr la educación primaria y secundaria universal para 2030, el mundo sigue teniendo grandes retos para con los menores de edad, sobre todo en educación, ya que 262 millones de niños no asisten a la escuela. Creemos que la educación es la herramienta más poderosa para combatir la desigualdad. Es un derecho humano que, a su vez, sirve de llave para acceder al resto de derechos fundamentales y, sobre todo, para proteger la dignidad y la justicia.
Otro reto que se plantea a nivel mundial es ¿Cómo proteger a los niños y niñas contra las diferentes formas de violencia? Pensamos que la prevención es la mejor estrategia, es importante que las familias, tutores, cuidadores, profesores y personas adultas en general, puedan cuidarlos, atenderlos, escucharlos, y protegerlos, además de ser una obligación legal, es la base para un entorno de confianza, afecto, salud y desarrollo. Es necesario aprender a identificar situaciones de violencia para notificar cualquier agresión, descuido o violación a los derechos humanos, a los servicios pertinentes.
Cómo no pensar hoy, en los niños y niñas afectados por las guerras, que nunca han iniciado ellos y, sin embargo, se encuentran expuestos en primera línea a sus consecuencias, han sido testigos de atrocidades, obligados a huir de sus hogares, víctimas de explosiones...
Es necesario adherirnos con determinación, a la llamada de los gobiernos y la comunidad internacional para que tomen medidas concretas y urgentes para proteger a niños y niñas del flagelo de la guerra.
Carmen Serrano
Colabora con Bice (Oficina Internacional Católica de la Infancia)
1. [1] El derecho a la igualdad, sin distinción de raza,
religión, idioma, nacionalidad, sexo, opinión política...
2. El derecho a tener una protección especial para el
desarrollo físico, mental y social.
3. El derecho a un nombre y a una nacionalidad desde su
nacimiento.
4. El derecho a una alimentación, vivienda y atención
médica adecuada.
5. El derecho a una educación y tratamiento especial
para los niños que sufren alguna discapacidad mental o física.
6. El derecho a la comprensión y al amor de los padres y
de la sociedad.
7. El derecho a actividades recreativas y a una educación
gratuita.
8. El derecho a estar entre los primeros en recibir ayuda
en cualquier circunstancia.
9. El derecho a la protección contra cualquier forma de
abandono, crueldad y explotación.
10. El derecho a ser criado con un espíritu de
comprensión, tolerancia, amistad entre los pueblos y hermandad universal.
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